Fueron una de las parejas más admiradas del espectáculo latino: una cantante talentosa y un campeón mundial del boxeo. Pero detrás del glamour y las postales románticas, se escondía una verdad que durante años Milly Corretjer decidió guardar en silencio, no por temor, sino por amor y para proteger a quienes más amaba. Hoy, cuando el velo comienza a levantarse, el mundo empieza a comprender lo que ella calló durante tanto tiempo.

En el año 2001, Milly Corretjer —en la cúspide de su carrera— decidió alejarse de los escenarios para casarse con el legendario Óscar De La Hoya. Se retiró del foco público, abandonó una carrera prometedora, y se dedicó completamente a su hogar. Pero la vida que eligió no era tan perfecta como se pensaba.

Silencio ante el dolor

Según fuentes cercanas, Milly sufrió en silencio las turbulencias de su matrimonio: desde las adicciones de Óscar hasta sus escándalos de infidelidad. Ella jamás acudió a la prensa para criticar o victimizarse, tampoco utilizó su historia para obtener protagonismo.

Por el contrario, eligió el silencio —un silencio noble, pero también doloroso. Durante años, fue la esposa que apoyaba en las sombras, la madre entregada, la guardiana de una imagen pública que poco reflejaba la realidad. Pero detrás de las puertas cerradas, hubo lágrimas, soledad y una constante pérdida de identidad.

Un corazón roto pero firme

Lo más impactante es que Milly perdonó más de lo que se sabe y amó más de lo que se vio. Aunque en varias ocasiones pudo haber elegido marcharse, se quedó. Por sus hijos. Por el compromiso. Y tal vez por la esperanza de que su esposo cambiara.

Lo acompañó en sus procesos de rehabilitación, participó en terapias de pareja y sacrificó su propia carrera musical para ser su soporte. Mientras el público juzgaba, Milly permanecía en silencio, protegiendo a su familia del ruido mediático.

La verdad comienza a emerger

No fue sino hasta años después, tras la solicitud de divorcio en 2012 y su regreso a la música, que comenzó a notarse su proceso de sanación. Las letras de canciones como “Sola estoy mejor que nunca” revelaban que la música se convirtió en su catarsis, en la manera de expresar lo que nunca dijo en palabras.

Lo que Milly había callado no era sólo el dolor provocado por su pareja, sino el viaje entero de una mujer que se anuló por amor sin exigir comprensión ni aplausos.

Una mujer – Un mensaje

Hoy, a los 50 años, Milly Corretjer ya no es solo la voz romántica de los 90. Es un símbolo de valentía silenciosa, de compasión y de fuerza interna. No habló, no necesitó hacerlo, porque su silencio lo dijo todo.

Su historia demuestra que, a veces, lo que ha sido censurado durante años es lo más valioso y verdadero. Y ahora que su verdad comienza a ser escuchada, el mundo finalmente entiende la magnitud de lo que Milly Corretjer vivió… y lo que decidió callar.