Elon Musk propone transmitir en vivo Fort Knox para que los estadounidenses puedan ver sus 147,3 millones de onzas troy de oro.

En una audaz jugada que combina transparencia populista con un toque de espectáculo, el multimillonario tecnológico Elon Musk ha iniciado un nuevo debate que está captando la atención de los estadounidenses mucho más allá del ámbito de la tecnología, los viajes espaciales o los vehículos eléctricos.

El director ejecutivo de Tesla y SpaceX ha propuesto públicamente una transmisión en vivo de las legendarias reservas de oro de Fort Knox, una idea que, según se informa, ahora cuenta con el apoyo del presidente Donald Trump.

“Sería divertidísimo”, dijo Musk. “Y, al fin y al cabo, es el oro del pueblo estadounidense, así que, en mi opinión, el pueblo estadounidense tiene derecho a ver su oro”.

El comentario surgió durante un hilo en X (anteriormente Twitter), donde Musk planteó con naturalidad la idea de comprobar si el Depósito de Lingotes de EE. UU. aún conserva todas sus reservas de oro: la asombrosa cifra de 147,3 millones de onzas troy, valoradas en más de 459 000 millones de dólares a precios de mercado actuales.

Aunque en parte se dice en broma, la propuesta aprovecha la curiosidad y el escepticismo del público sobre una de las instituciones más herméticas de Estados Unidos.

El Depósito de Lingotes de Oro de EE. UU. en Fort Knox, ubicado en Kentucky, es ampliamente reconocido como una de las instalaciones más seguras del mundo.

Está protegido por múltiples capas de seguridad física y electrónica, y sus especificaciones exactas están clasificadas.

El oro almacenado allí se presenta principalmente en lingotes, la mayoría de los cuales son de 400 onzas, y constituye una parte clave de las reservas estadounidenses.

Según la Casa de la Moneda de EE. UU., Fort Knox alberga aproximadamente 147,3 millones de onzas troy de oro, aproximadamente la mitad de las reservas totales de oro del país.

Ese oro es propiedad del Tesoro de EE. UU. y se considera una reserva financiera estratégica. A pesar de los registros oficiales y las auditorías anuales, el acceso público a Fort Knox es prácticamente inexistente.

La última vez que se permitió a los medios de comunicación echar un vistazo al interior fue en 1974, y muy pocos funcionarios gubernamentales han visto el interior de primera mano.

Esta falta de transparencia ha alimentado, a lo largo de las décadas, teorías conspirativas que van desde la especulación inofensiva hasta lo completamente absurdo.

Las declaraciones de Musk resonaron con millones de personas, impulsando debates sobre la transparencia gubernamental y el papel de la confianza pública en las instituciones financieras nacionales.

Al más puro estilo Musk, el comentario equilibró el humor y la sinceridad: pícaro, pero directo: “Ojalá se vea genial. Ya sabes, abrir las puertas y decir: ‘¿Está ahí? ¿Es de verdad oro? Vamos a comprobarlo’. Quizás sea muy interesante”.

Poco después de la publicación de Musk, fuentes cercanas a Donald Trump confirmaron que el presidente también está a favor de una transmisión en vivo desde Fort Knox.

Trump, quien desde hace tiempo aboga por una mayor transparencia y ha expresado su desconfianza hacia las instituciones federales, considera que la propuesta se alinea con su mensaje político más amplio. Además, es coherente con su tono populista: dar acceso al pueblo a lo que supuestamente les pertenece.

La propuesta de transmitir el oro en vivo —o al menos realizar una verificación más pública— ha cobrado fuerza entre la base política de Trump, así como entre los entusiastas de las criptomonedas y los defensores del patrón oro, quienes generalmente se muestran escépticos respecto a las monedas fiduciarias y las políticas financieras gubernamentales.

El escepticismo sobre Fort Knox no es nuevo. A lo largo de los años, las teorías conspirativas han alegado que parte o la totalidad del oro fue extraído en secreto, reemplazado por lingotes falsos o incluso que nunca existió en las cantidades declaradas.

Estas teorías cobraron fuerza durante períodos de incertidumbre económica, en particular después de que Estados Unidos abandonara el patrón oro en 1971 bajo la presidencia de Nixon.

Desde entonces, el dólar ha estado respaldado únicamente por la promesa del gobierno, no por una materia prima física, lo que ha alimentado el temor de que las reservas reales ya no estén intactas o hayan sido mal gestionadas.

El exsecretario del Tesoro, Steven Mnuchin, también intentó disipar las dudas tras su visita a Fort Knox en 2017, la primera de un secretario del Tesoro en más de 50 años.

“El oro estaba allí cuando lo visité”, declaró Mnuchin a la CNBC. “Espero que nadie lo haya movido. Estoy seguro de que no”.

Sin embargo, las declaraciones de Mnuchin, aunque pretendían ser tranquilizadoras, también plantean una pregunta importante: ¿Por qué se ha concedido tan poco acceso para verificar algo de tanta importancia nacional?

Musk, siempre provocador, ha logrado una vez más fusionar el entretenimiento con un discurso público legítimo. Independientemente de si la transmisión en vivo se lleva a cabo o no, la conversación ahora es abierta.

Y en una época en la que la confianza es posiblemente más valiosa que el oro, ese podría ser el verdadero objetivo. Una transmisión en vivo desde Fort Knox puede que no sea probable, pero es innegablemente cautivadora.

Ya sea que la idea surja de una preocupación genuina, de una política de representación o de un gusto por lo dramático, Musk y Trump han aprovechado algo poderoso: el deseo de transparencia, rendición de cuentas y la garantía de que las promesas de las instituciones estén respaldadas por una verdad tangible.