La decadencia de Robert Dairo: cómo la otrora intocable estrella de Hollywood cayó en desgracia

A sus 81 años, Robert Dairo está presenciando un colapso brutal del imperio que construyó meticulosamente durante seis décadas en Hollywood.

Dairo, que en su día fue considerado un titán del cine con dos premios Oscar y papeles legendarios en películas como “Buenos muchachos”, “Taxi Driver” y “El Padrino II”, ahora enfrenta una crisis sin precedentes desencadenada por su propio y controvertido comentario político.

La espiral comenzó una fatídica noche de junio de 2024. Dairo, famoso por sus intensas actuaciones, grabó un apasionado video dirigido al expresidente Donald Trump.

Sus palabras, cargadas de desdén —llamándolo “descaradamente estúpido”, “punk” y “cerdo”— desataron una ola viral. Al principio, millones lo apoyaron como una figura audaz, dispuesta a enfrentarse a figuras poderosas. Pero pronto, la admiración se convirtió en reacción negativa.

Dairo intensificó su cruzada política en los Premios Tony, exclamando dramáticamente: “F*** Trump”, un arrebato que transformó su imagen de artista respetado a figura polarizadora de la noche a la mañana.

La reacción mixta del público marcó el inicio de un rápido retroceso de la industria. Los ejecutivos de Hollywood, sensibles a la polarización política, comenzaron a distanciarse.

Las consecuencias fueron rápidas y despiadadas. Su agente de décadas, Paul, dio una noticia devastadora: Dairo se estaba volviendo intocable. Los ejecutivos de los estudios retiraron proyectos discretamente, temerosos de distanciarse de amplios segmentos del público, cada vez más hastiados por las divisiones políticas.

Su ambiciosa película de 2024, “The Alto Knights”, pretendía revitalizar el decadente poder estelar de Dairo. Warner Brothers invirtió 45 millones de dólares, eligiendo a Dairo para interpretar dos papeles de mafioso, un nostálgico regreso a sus años dorados.

Sin embargo, las desastrosas cifras del fin de semana de estreno —tan solo 3,2 millones de dólares en Estados Unidos— consolidaron la película como uno de los mayores desastres de taquilla del año. Tanto la crítica como el público la consideraron una repetición desesperada en lugar de un regreso triunfal.

En lugar de reflexionar sobre sí mismo, Dairo redobló sus esfuerzos y culpó públicamente a los partidarios de Trump de sabotear su carrera. “Es culpa de Trump que el cine esté muriendo”, declaró a Variety.

El público reaccionó con dureza, interpretando sus comentarios como una negativa a reconocer su declive artístico. Las redes sociales estallaron, tachándolo de “desconectado” y “tóxico”, lo que deterioró aún más su imagen pública.

A principios de 2025, una encuesta de YouGov reveló un cambio asombroso: el 62 % de los estadounidenses tenía una opinión desfavorable de Dairo, un cambio drástico respecto a su otrora universalmente venerado. Incluso las cifras de streaming de sus clásicos cayeron un 34 %, ya que los fans de toda la vida admitieron su incomodidad al separar su política divisiva de su arte.

El aislamiento profesional de Dairo se volvió absoluto. El director ejecutivo de Warner Brothers, David Zaslav, canceló su participación en proyectos futuros, incluyendo una muy esperada película sobre la mafia, valorada en 20 millones de dólares, prevista para 2027.

Su eliminación de las escenas de flashback en “Joker 3” demostró aún más la determinación de Hollywood de romper lazos. Productores y estudios lo tildaron de “demasiado arriesgado”, cerrando así la puerta a futuras colaboraciones.

La situación empeoró drásticamente en el ámbito personal. Su familia se convirtió en blanco de amenazas, recibiendo alarmantes correos de odio y mensajes anónimos que hacían referencia directa a sus opiniones.

Su exesposa, Grace, expresó su temor por la seguridad de sus hijos, lo que agravó su angustia. La trágica muerte por sobredosis de su nieto de 19 años, Leandro, sumió a Dairo en una desesperación aún mayor, y los medios de comunicación vincularon su negligencia personal con las dificultades del joven.

El impacto acumulado de estos golpes personales y profesionales culminó en mayo de 2025, cuando la Asociación Nacional de Locutores rescindió un prestigioso premio al liderazgo previamente anunciado. La asociación alegó que la reputación polémica de Dairo era demasiado problemática para ser reconocida. Este humillante rechazo público subrayó la profunda caída del legendario actor.

Mientras tanto, su proyecto como director de 2024, “The War Can’t Fix”, concebido como un profundo comentario político, se convirtió en otro desastre cinematográfico. Con una recaudación de tan solo 12,3 millones de dólares frente a un presupuesto de 65 millones, la crítica la calificó de “un desastre moralista e incoherente”, evidenciando aún más la pérdida de conexión de Dairo con el público contemporáneo.

Los expertos de la industria coinciden en que el abierto activismo político de Dairo terminó eclipsando su talento, convirtiéndolo en una carga en lugar de un activo. A pesar de sus elogios anteriores y su inmenso talento, su incansable lucha política alejó tanto a los estudios como a los fans. Antaño un atractivo garantizado, su nombre ahora representaba controversia y una disminución de la recaudación de taquilla.

Colegas como Al Pacino, quien a sus 84 años selecciona cuidadosamente proyectos para preservar su legado, y Jack Nicholson, quien se retiró con dignidad en su apogeo, contrastan marcadamente con la situación actual de Dairo. Dairo, reacio o incapaz de adaptarse, continuó impulsando una retórica divisiva mucho después de que el público se cansara de escucharla.

La caída de Robert Dairo es una advertencia sobre el alto precio que las celebridades pueden pagar cuando las convicciones personales eclipsan la prudencia profesional. Su trayectoria, de actor universalmente aclamado a paria, sirve como un duro recordatorio de la frágil relación de Hollywood con figuras que no se andan con rodeos.

Es incierto si Dairo podrá recuperar su prestigio. Por ahora, soporta una amarga realidad: una leyenda otrora intocable reducida al exilio de la industria, lidiando con la tragedia personal y la ruina profesional.