Un documento legal nunca publicado. Una cláusula polémica. Y movimientos discretos en los pasillos del poder tras la muerte del ícono más querido de la televisión mexicana. Esta es la historia del testamento original de Roberto Gómez Bolaños —Chespirito— y de la disposición que, según fuentes cercanas, Florinda Meza intentó eliminar a toda costa.

Roberto Gómez Bolaños, ampliamente conocido como Chespirito, no solo fue un comediante brillante, sino también un guionista, director y símbolo cultural para millones de hogares en América Latina. Cuando falleció en 2014 a los 85 años, la versión oficial indicó que dejó una herencia valuada en varios millones de dólares, repartida entre sus seis hijos con su primera esposa, Graciela Fernández, y su esposa legal, la actriz Florinda Meza.

Sin embargo, según reveló recientemente un exabogado que participó en la redacción del testamento original, el primer borrador del documento —firmado en 2007— contenía una cláusula particularmente delicada que luego desapareció de la versión final registrada ante el tribunal de sucesiones.

Dicha cláusula establecía:

“Todos los derechos de imagen, uso del nombre ‘Chespirito’ y ganancias derivadas de la explotación de los personajes por mí creados serán administrados por un fideicomiso familiar conjunto, con derecho a voto igualitario entre mis hijos.”

Florinda Meza, según fuentes del registro notarial de Ciudad de México, expresó su desacuerdo con esta disposición, al considerar que limitaba su papel como esposa y principal defensora del legado artístico de su marido. Tras el fallecimiento de Chespirito, el equipo legal de Meza presentó ante la corte una versión alternativa del testamento —en la cual los derechos de imagen y explotación comercial del nombre fueron transferidos directamente a los herederos designados, incluyendo a ella misma.

Esta diferencia entre ambas versiones habría generado tensiones dentro de la familia, especialmente con el hijo mayor, Roberto Gómez Fernández —quien actualmente lidera el proyecto de serie biográfica sobre su padre. Según fuentes cercanas a la producción, Fernández se negó a negociar con ninguna parte mientras no se restablezca la cláusula original, lo que habría llevado al estancamiento del proyecto desarrollado por Warner Bros.

El abogado Guillermo Pous —representante legal de Florinda Meza— se negó a confirmar la existencia de dos versiones del testamento, pero aseguró: “Todas las decisiones se tomaron conforme a derecho y respetando la voluntad final del señor Gómez Bolaños.”

Aunque la validez legal de la cláusula eliminada sigue en debate, lo que ha quedado claro es la existencia de profundas divisiones internas y una lucha silenciosa por el control del legado de Chespirito —no solo en términos financieros, sino también en cuanto al prestigio, la imagen pública y el derecho a contar su historia.

En la vida de un artista, el verdadero legado no son solo sus personajes, sino también la pregunta de quién tiene el derecho a relatarlo. Y en el caso de Chespirito, parece que la última página aún no está escrita.