Con una mirada serena, una sonrisa impecable y una trayectoria libre de escándalos, Maite Perroni ha conquistado el cariño del público en todo el mundo hispano. Pero detrás de esa imagen pulida y profesional, ¿quién es realmente la mujer que se oculta cuando se apagan las luces del escenario?

Recientemente, una exasistente personal que trabajó con la actriz durante casi cuatro años ha roto el silencio, compartiendo un retrato íntimo y sorprendente de la verdadera Maite.

“No es un ángel. Pero precisamente por eso la admiro más que a nadie en esta industria,” confesó la fuente en una entrevista exclusiva con la revista Estrella.

Una mujer exigente, pero agradecida con todos

Según el testimonio, Maite Perroni no vive para complacer a la prensa ni para mantener una imagen perfecta: “Ella vive para ser coherente con sus valores.”

Fuera del foco público, Maite es descrita como detallista, perfeccionista e intensamente comprometida, pero siempre con una actitud respetuosa y agradecida.

Durante extensas jornadas de grabación, era habitual verla agradecer personalmente al personal técnico, desde iluminadores hasta chóferes, al final del día.

“Le pregunté una vez: ‘¿Por qué te tomas el tiempo de hacerlo todos los días?’ Ella respondió: ‘Porque ellos también lo dan todo por mí. Y eso merece gratitud.’”

Detrás de la fuerza, vulnerabilidad y lágrimas en silencio

No fueron pocas las veces que la asistente la vio quebrada emocionalmente por el estrés, los comentarios malintencionados o problemas personales. Sin embargo, Maite nunca permitió que el dolor le impidiera cumplir con su deber profesional.

“Una vez recibió la noticia de que un familiar muy cercano había sido hospitalizado. Lloró en silencio, pero igual salió a escena, hizo su presentación de dos horas y recién después tomó un vuelo urgente.”

El testimonio también revela que Maite no es perfecta, y lo reconoce. Puede impacientarse, puede ser dura cuando algo no funciona, o encerrarse en el silencio cuando necesita espacio. Pero siempre es honesta, humilde y dispuesta a disculparse si se equivoca.

Rutinas simples y gestos sorprendentes

Entre los detalles que más sorprenden, la asistente revela que Maite adora a los perros rescatados y apoya de forma anónima a un refugio animal en Querétaro desde hace años.

En su tiempo libre, prefiere la lectura de novelas de suspenso, escribir diarios personales y cocinar —su especialidad es la lasaña.

“Cuando no tiene rodajes, vive como cualquier otra mujer: usa sandalias, no se maquilla y come tacos en la calle sin preocuparse si alguien la reconoce.”

Un dato curioso: Maite tiene fobia a volar. “Cada vez que el avión despegaba, me tomaba la mano, cerraba los ojos y escuchaba música clásica para tranquilizarse,” relató la exasistente.

Lejos de la perfección pública, lo que hace de Maite Perroni una artista admirada no es solo su talento, sino su humanidad profunda, frágil y genuina.
En un mundo donde muchas figuras viven de máscaras, Maite —con sus gestos, silencios y coherencia— demuestra que la verdadera grandeza no siempre se ve en cámara… pero se siente en cada paso que da.