Un documento interno de la unidad de cuidados intensivos del Hospital Fundación Santa Fe ha sido filtrado recientemente, revelando detalles nunca antes conocidos sobre el estado clínico de Miguel Uribe Turbay tras el atentado que conmocionó al país. Según una fuente médica confiable, este expediente fue “sellado” bajo presión de actores influyentes y clasificado como información confidencial. Lo que contienen sus páginas es, simplemente, estremecedor.

Las páginas que fueron ocultadas

El expediente, de más de 30 páginas, marcado como “ultrasecreto – uso exclusivo interno”, detalla minuto a minuto las primeras 72 horas de Miguel Uribe tras recibir múltiples impactos de bala. Desde el día del ataque, el documento se mantuvo oculto, accesible solo para un grupo reducido de médicos de alto nivel y familiares muy cercanos.

Según el reporte, Miguel Uribe ingresó al hospital con “politraumatismos graves, pérdida masiva de sangre y respuesta neurológica mínima”. Se diagnosticaron hemorragias internas, daño pulmonar, fracturas costales y edema cerebral severo, una condición potencialmente irreversible si no se controlaba de inmediato.

72 horas decisivas entre la vida y la muerte

Una de las anotaciones más impactantes proviene del jefe de cuidados intensivos:

“Paciente con reflejo pupilar negativo en el ojo derecho, riesgo de daño neurológico permanente. Prepararse para ambos escenarios: recuperación o coma prolongado.”

Durante tres días, Miguel Uribe fue mantenido con respiración asistida, recibió transfusiones constantes y fue monitoreado con electroencefalograma las 24 horas. El hospital convocó a un comité médico de emergencia para aplicar un tratamiento experimental no divulgado públicamente, usado solo en casos extremos de edema cerebral.

Presión política y orden de silencio

Otro aspecto inquietante del expediente es la mención de “presencia constante de agentes de seguridad sin identificación oficial” en el área de cuidados intensivos. Estas personas habrían interferido en el acceso a la información y ordenado expresamente no divulgar ningún dato médico a los medios, ni siquiera a agencias de noticias reconocidas.

Un médico, bajo condición de anonimato, declaró:

“No podíamos hablar. El historial clínico fue sellado. Todo debía seguir órdenes estrictas desde arriba.”

Transparencia bajo cuestionamiento

La existencia de un expediente médico oculto plantea dudas profundas sobre el derecho a la información en casos que afectan al interés público. Siendo Miguel Uribe una figura clave en la política nacional, y con todo un país pendiente de su recuperación, ¿era realmente justificable mantener un silencio total?

¿Podrían los datos omitidos modificar la percepción sobre el atentado? ¿O se ocultaron para evitar un escándalo político mayor? Nadie lo ha aclarado hasta ahora.

Una verdad que no puede silenciarse para siempre

Aunque Miguel Uribe ha mostrado una recuperación significativa y ya se presenta públicamente, lo que ocurrió detrás de las puertas de cuidados intensivos sigue siendo una historia no contada. Y ahora, con esta filtración, la sociedad tiene el derecho de cuestionar y los periodistas, el deber de investigar.

La vida de una persona —y la verdad— no pueden permanecer selladas indefinidamente.