Alguna vez fue el orgullo de Durango, una voz que silenciaba multitudes y una sonrisa que llevaba el alma de México.

Pero hoy Lorenzo de Monteclaro, el hijo de Cuencamé que se convirtió en leyenda, vive una vida que pocos podrían imaginar.
Detrás de la fama y las canciones había un hombre devoto a una sola mujer: Rosa María, su esposa y compañera de toda la vida.Cuando ella falleció en 2023, él solo dijo cuatro palabras: “Mi compañera, mi todo.”

Desde ese día, su mundo nunca volvió a ser el mismo.

Ahora, con casi 90 años, el rey del sax norteño pasa sus días rodeado no de fans, sino de silencio y de recuerdos que se niegan a desvanecerse.

¿Qué fue realmente de Lorenzo de Monteclaro?

Y cómo vive una leyenda cuando la música se detiene?

Quédate con nosotros. Esta es la historia no contada y conmovedora de un hombre que alguna vez cantó para el pueblo y que ahora vive solo por los ecos de su pasado.

El Nacimiento de una Leyenda del Sax Norteño

Según los habitantes más antiguos de Cuencamé, Durango, Lorenzo era un muchacho delgado que cantaba en los campos mientras ayudaba a su padre con las cosechas.

En aquel entonces se le conocía como Lorenzo Hernández Martínez.

Pero el mundo pronto lo conocería como Lorenzo de Monteclaro, una leyenda viva del sax norteño.

Su nombre artístico no fue idea de productores ni de publicistas.

Surgió de manera natural durante una de sus primeras apariciones en la radio en los años 50.

Un locutor lo presentó diciendo: “Damas y caballeros, con ustedes, Lorenzo de Monteclaro, porque su voz es tan clara como una montaña.”

El nombre quedó grabado, sonando como el título de una novela ranchera llena de pasión y coraje.

La historia de Lorenzo no comenzó en alfombras rojas ni en estudios de grabación.

Comenzó en un pequeño concurso amateur transmitido por la estación XCDN en Torreón.

No ganó, pero su voz cautivó tanto que pronto lo invitaron a cantar en ferias, jaripeos e incluso bautizos.
El joven ya tenía estrella, solo le faltaba la corona.No fue fácil.

En una época en la que la música ranchera y norteña era vista como canciones de cantina, Lorenzo se mantuvo firme.

Su sueño era llevar su voz más allá de las montañas y directo al corazón de su gente.

Paso a paso construyó su estilo único, una mezcla de acordeón, saxofón y bajo sexto, un sonido que muchos intentarían imitar, pero que nadie lograría igualar.

Su primera oportunidad en la radio llegó cuando tenía apenas 18 años.

Solía decir: “Quería cantar, así que fui y lo hice.”

Algunos cuentan que un productor quiso cambiarle el nombre diciendo que Monteclaro sonaba demasiado rústico, pero con su orgullo norteño, Lorenzo se negó.

“Ni maíz paloma”, respondió riendo.

Su nombre se quedaría porque venía del pueblo.

El Pionero del Norteño con Sax y el Éxito de ‘El Ausente’

Cantar bonito era una cosa y crear un nuevo sonido era otra.

Y eso fue precisamente lo que Lorenzo hizo, casi sin darse cuenta.

Mientras otros se mantenían fieles al mariachi o al acordeón tradicional, él se atrevió a incorporar el saxofón a la música regional mexicana.

Ese experimento dio origen al estilo norteño con sax, crudo, lleno de alma y de carácter, un sonido que pronto conquistó todo el norte.

Su ascenso no fue sencillo.

Sin disquera, sin representante y sin formación académica, Lorenzo construyó su carrera a base de perseverancia.

“No había escuelas para esto”, decía. “Solo canté lo que sentía.”

Poco a poco el público creció.
Primero 100 personas, luego cientos más, hasta que los salones de baile no daban abasto.La gente quería corridos, quería desamor, quería verdad y Lorenzo se los dio todo con su saxofón y con el alma.

Finalmente, una pequeña disquera fronteriza lo descubrió durante una presentación en Chihuahua y le ofreció grabar su primer disco.

Su sencillo debut, El Caminante, no rompió récords, pero le abrió todas las puertas.

Y en 1973 llegó El Ausente.

Una canción tan poderosa que no necesitó promoción para volverse inmortal.

La canción se convirtió rápidamente en un himno para los migrantes, hombres y mujeres que cruzaban la frontera y encontraban consuelo en la voz de aquel caballero de bigote espeso que cantaba sobre la nostalgia y el desarraigo.

Desde ese momento, su música nunca dejó de sonar, ni en los rodeos ni en las radios regionales.

Cada disco llevaba su fórmula inconfundible, un corridazo poderoso, una ranchera desgarradora y una canción con ese tono áspero y polvoriento que solo él podía dominar.

Mientras otros cambiaban con la moda, Lorenzo se mantuvo fiel a sus raíces.

Nunca se quitó el sombrero, nunca dejó las botas y jamás traicionó el sonido que lo levantó de los campos de Durango hasta los escenarios de los inmigrantes en Los Ángeles, Phoenix y Chicago.

A finales de los años 70 ya era más que un cantante, era un símbolo.

Su voz llenaba las ondas radiales, sus discos se vendían en los mercados y sus presentaciones se sentían como auténticas fiestas patronales.

Lo que lo distinguía era su valentía.

Mientras otros jugaban a lo seguro con canciones románticas, Lorenzo se adentró en el terreno peligroso y verdadero de los corridos de contrabando.

Uno de los álbumes más memorables fue Los Mejores Corridos de Contrabando, lanzado en 1980.

A pesar de que algunas estaciones de radio prohibieron su música, Lorenzo se mantuvo firme: “Yo no invento”, decía, “solo canto lo que la gente cuenta.”

Del Escenario al Cine y el Pilar de Rosa María

Su carisma pronto llegó al cine mexicano.

Durante la época dorada de las películas de acción, llevó su música y su porte a la gran pantalla, protagonizando títulos como Caí de la Nube (1974), Tierra Sangrienta (1979), Las Tres Tumbas (1980) y Pistoleros Famosos (1981).
No solo cantaba, también actuaba con la pistola al cinto, el seño fruncido y la voz imponente.Y detrás de ese gran sombrero había una constante: Rosa María Flores Rivera, su esposa, confidente y madre de sus cinco hijos.

La mujer que lo mantuvo con los pies en la tierra a pesar de la fama y los caminos largos de las giras.

Durante 60 años, Rosa María, el amor de la vida de Lorenzo, permaneció a su lado.

Un milagro poco común en el mundo de la música regional mexicana.

Para él, Rosa María y sus hijos eran su mayor orgullo.

Entre ellos destacaba su hijo menor, Ricardo de Monteclaro, quien siguió los pasos de su padre como baterista.

Ella lo conoció cuando él aún luchaba por hacerse un nombre y permaneció junto a él en cada dificultad, desde los hoteles baratos hasta las noches de premiación.

Juntos formaron una familia, cuidaron su rancho en Durango y construyeron una vida basada en la lealtad y el amor.

Lorenzo de Monteclaro grabó más de 100 álbumes y cerca de 1000 canciones, un hito que cimentó su lugar como el verdadero padre del norteño con Sax.

La Pérdida, el Silencio y el Legado Inquebrantable

Sin embargo, incluso los reyes pueden quebrarse por la pérdida.

Fue en 2023 cuando su esposa, Rosa María Flores Rivera, la mujer que había sido su fuerza y compañera por más de 60 años, falleció.

La noticia devastó a sus fanáticos.

Durante semanas, Lorenzo permaneció recluido en su rancho, cancelando todas sus presentaciones y rechazando entrevistas.

Cuando finalmente rompió el silencio, lo hizo con un mensaje simple pero desgarrador: “Mi compañera se me fue ayer, la que estuvo conmigo en los buenos y malos momentos, triunfos y fracasos. Gracias por todo, Rosa María.”

Ella no era solo su esposa, era el corazón de su camino.

Su ancla, su centro, su todo.

Aunque muchos creyeron que Lorenzo se retiraría definitivamente, subestimaron la fuerza de la promesa que ella le había pedido antes de morir: que nunca dejara de cantar.
Él mismo confesó con voz suave: “La siento conmigo todos los días. 67 años de matrimonio. No es fácil decir que ya no está, porque siento que siempre está aquí.”Unos meses después, Lorenzo volvió a los escenarios, más delgado, más callado, pero con la misma fuerza de siempre.

Cuando los reporteros le preguntaron cómo se sentía, simplemente respondió: “La vida sigue y la música me sostiene.”

El Nuevo Desafío y el Tour “Sí se Puede”

A pesar de la pérdida y de los achaques de la edad, su camino no ha estado exento de nuevos desafíos.

En 2025, un problema inesperado volvió a poner su nombre en los titulares: una disputa de visa.

Había sido invitado a unirse a una gira de despedida en Estados Unidos, pero al procesar los documentos, algo salió mal y Lorenzo no pudo viajar.

Se vio obligado a cancelar presentaciones en ciudades importantes.

Pronto aparecieron los titulares: “Una leyenda vetada después de 60 años”.

Lorenzo aclaró que el problema era puramente administrativo.

Se negó a quedarse quieto y, de vuelta en México, comenzó a preparar una nueva gira con su característico sentido del humor, titulada “Si se puede tour”.

Programada para iniciar en septiembre, la gira incluirá sus éxitos de siempre, un emotivo homenaje a su esposa Rosa María y colaboraciones con jóvenes talentos.

Y por si la gira no fuera suficiente, Lorenzo también está preparando un nuevo álbum, un proyecto que lo une con la nueva generación de artistas, tentativamente titulado Monteclaro Vive.

A sus casi 90 años, Lorenzo de Monteclaro sigue siendo inseparable del micrófono, del escenario y del aplauso de su gente.

Ha soportado de todo: el tiempo, la pérdida y hasta la burocracia.

Pero mientras haya un saxofón que lo acompañe, seguirá cantándole a su pueblo.

Si esta historia te conmovió o te trajo recuerdos, no olvides dejar tu like, suscribirte y compartir este video con esa tía que se sabe todos los corridos de memoria.

¿Qué crees tú que fue lo más inspirador del camino de Lorenzo de Monteclaro? Cuéntanos en los comentarios.