**¡EL ESCÁNDALO QUE SACUDE A LOS AGUILAR!

Ángela Aguilar en el ojo del huracán por presunto plagio masivo**

En el mundo del espectáculo mexicano, donde los reflectores brillan más que la verdad y los apellidos pesan más que el talento, un nuevo escándalo está retumbando con fuerza, y esta vez lleva el nombre de Ángela Aguilar, la llamada “princesa del regional mexicano”.
Lo que comenzó como un simple lanzamiento musical terminó convirtiéndose en un presunto caso de plagio, manipulación de créditos y acusaciones que ya exigen hasta cinco años de cárcel.

La historia, como todo buen chisme que se respeta, empezó con una canción…
O mejor dicho, una reinterpretación que salió demasiado cara.

EL PROBLEMA QUE ENCENDIÓ LA MECHA

Ángela lanzó una versión moderna de La gata bajo la lluvia, aquel clásico inmortal de Rocío Dúrcal compuesto por Rafael Pérez Botija. Hasta ahí todo bien: miles de artistas hacen covers.
Pero lo que hizo estallar el caos fue otra cosa:

➡️ La registraron como si fuera una obra nueva.
➡️ Le cambiaron el título a “Invítame un café”.
➡️ Y colocaron a Ángela Aguilar como coautora.

El público no tardó ni diez segundos en notar el parecido.
Mismos acordes.
Misma estructura.
Misma esencia.
Solo disfrazada con efectos electrónicos y un toque moderno que no logró engañar a nadie.

Internet explotó.
Los fans, los críticos y hasta compositores veteranos salieron a señalar lo obvio:
Eso no era inspiración, era apropiación.

LA INDUSTRIA HABLA… Y DURO

El escándalo creció cuando el autor original, Pérez Botija, levantó la voz, señalando una violación abierta a los derechos de autor.
Y ahí empezó el desfile de opiniones:

– Compositores indignados.
– Expertos legales analizando el caso.
– Productores admitiendo que esta práctica es más común de lo que se cree.

Incluso se recordó aquel caso famoso donde Elvis Presley exigía porcentajes de autoría solo por cantar canciones ajenas…
pero claro, Elvis era Elvis.
Ángela, en cambio, quedó en la mira por algo muy distinto: querer un premio fácil.

Porque sí, se filtró que la intención detrás de todo esto era cumplir con un requisito para que Ángela pudiera competir como compositora en cierta premiación.
No buscaban un hit, buscaban un trofeo.
Y el trofeo lo consiguieron… hasta que Internet descubrió la verdad.

EL GOLPE AL PRESTIGIO DE LOS AGUILAR

Lo que más indignó al público no fue la canción, sino la estrategia.
Se sintió planeada, calculada, como si en una oficina alguien hubiera dicho:

—Cambiamos el nombre.
—Le movemos unas frases.
—La registramos como nueva.
—Y ya está: Ángela compositora.

El problema es que en tiempos de redes sociales, nada pasa desapercibido.

Los comentarios se multiplicaron por miles:

“¿Cómo se atreve?”
“Ni Rocío Dúrcal hubiera permitido esto.”
“El talento no se impone con apellido.”

Mientras tanto, Ángela publicaba fotos desde París, sonriendo, como si el escándalo no la alcanzara.
Pero el público no olvida, y menos cuando siente que lo quieren ver la cara.

DE CHISME A PROBLEMA LEGAL

Lo que era solo una conversación viral ahora escaló a terreno jurídico.

➡️ El autor original prepara una demanda.
➡️ Abogados analizan el registro de la obra.
➡️ Y se habla incluso de consecuencias penales por plagio deliberado.

Porque una cosa es equivocarte, y otra muy distinta es registrar como tuyo el trabajo de alguien más.
Y aquí, según señalan expertos, hubo intención y hubo beneficio.

Ni apellido, ni fama, ni padrinos de televisión te salvan cuando los documentos dicen otra cosa.

EL VEREDICTO DEL PÚBLICO

La industria se sacudió.
Los compositores reales se indignaron.
Y el público dejó un mensaje muy claro:

Los premios se pueden comprar,
pero el respeto no.

La sombra del escándalo ya está ahí.
Y por más que sonrían, viajen o digan frases bonitas en entrevistas, la herida está abierta.

Porque como dicen en Retumba Polémica:
la verdad siempre retumba más fuerte.