«Después de años de rumores, críticas y especulaciones, Edwin Luna, vocalista de La Trakalosa de Monterrey, finalmente rompió el silencio a sus 38 años. En una entrevista sin filtros, el cantante confesó lo que todos sospechaban y habló con el corazón sobre su pasado, su matrimonio, la fama y las heridas que todavía lo persiguen. Sus palabras dejaron a todos sin aliento.»

Edwin Luna siempre fue una figura que generó amor y polémica por igual.
Con su voz poderosa, su estilo extravagante y su presencia imponente en el escenario, se convirtió en uno de los artistas más reconocidos del regional mexicano.
Pero detrás de la fama, los aplausos y las luces, había un hombre que, por años, escondió su verdadero rostro.

Y a sus 38 años, decidió contarlo todo.

En una entrevista exclusiva grabada en Monterrey, el cantante apareció con un tono distinto: sin maquillaje, sin joyas, sin filtros.
Solo Edwin.
“Por mucho tiempo, traté de demostrar que nada me afectaba”, dijo al inicio. “Pero ahora entiendo que esconder el dolor no te hace fuerte, te hace esclavo.”

El conductor le preguntó si se refería a las críticas constantes en redes sociales.
Edwin sonrió con amargura.


—No solo a eso —respondió—. A todo: a la presión, al miedo, a la culpa. La gente cree que los artistas somos de acero, pero somos de carne… y de heridas.

La primera confesión llegó pronto.
Con voz entrecortada, admitió lo que muchos sospechaban desde hace años:

“Viví mucho tiempo fingiendo felicidad. Subía al escenario sonriendo, pero por dentro me sentía vacío.”

El estudio se quedó en silencio.
Por primera vez, el intérprete de “Broche de Oro” hablaba sin el personaje que lo protegía.
Contó que su lucha más grande no fue la fama ni los escándalos mediáticos… sino su propio pasado.

—Yo crecí viendo cosas muy duras —confesó—. Perdí a mi mamá cuando era niño, y aunque mi papá también fue músico, casi no lo veía. Crecí sintiendo que tenía que ganarme el amor de la gente para llenar ese vacío.

Las palabras resonaron con fuerza.
Por primera vez, Edwin hablaba no como artista, sino como hijo.
—Muchos piensan que me gusta llamar la atención, pero no saben que cada tatuaje, cada show, cada look extravagante era una forma de gritar “mírenme, existo.”

Luego habló sobre su vida personal, incluyendo su relación con su esposa Kimberly Flores, una de las más mediáticas del espectáculo.
Durante años, su matrimonio fue objeto de críticas, memes y titulares.
“Todos opinaban sobre nosotros —dijo—, pero pocos sabían lo que realmente pasaba en casa.”

El conductor le preguntó si las críticas afectaron su relación.
—Sí, y mucho —admitió—. Hubo momentos en los que pensé que no íbamos a resistir. Pero aprendí que el amor verdadero no es perfecto: es el que se queda incluso cuando todo el mundo está en contra.

La entrevista tomó un giro inesperado cuando el cantante habló sobre su salud mental.
—Llegó un punto en el que toqué fondo. Me sentía atrapado entre la fama y el odio. No podía dormir, no quería cantar. Pensé en dejarlo todo.

El entrevistador le preguntó qué lo salvó.
Edwin bajó la cabeza.
—Mi hijo. Cuando lo vi dormir una noche, pensé: “¿Qué ejemplo le estoy dando?” Y ahí entendí que no podía seguir viviendo para complacer a los demás. Tenía que empezar a vivir para mí.

Esa revelación fue la más poderosa de todas.
El artista confesó que, tras esa crisis, comenzó un proceso de introspección que cambió su vida.
“Fui a terapia, busqué ayuda espiritual, hablé con mi padre, con mis hijos. Aprendí que pedir ayuda no te hace débil, te hace valiente.”

El conductor le preguntó si se arrepentía de algo.
Edwin suspiró.
—Sí. Me arrepiento de haber callado tanto tiempo. De haber dejado que la gente definiera quién era. Pero también agradezco mis errores, porque sin ellos no sería el hombre que soy hoy.

La confesión más emotiva llegó al final.
—¿Qué fue lo que más te dolió de todo lo que viviste? —preguntó el entrevistador.
Edwin pensó unos segundos antes de responder.

“Que por intentar ser un ídolo, olvidé ser un ser humano. Me desconecté de mí mismo.”

El cantante relató que hubo un momento en que se alejó incluso de su música.
—No quería escuchar mis canciones, porque me recordaban lo que fingía. Pero un día, alguien en la calle me detuvo y me dijo: “Tu voz me salvó de la depresión.” Y entendí que, aunque yo estaba roto, mi arte seguía sanando a otros.

La frase hizo llorar a todos en el estudio.

Edwin Luna también aprovechó el espacio para enviar un mensaje a quienes lo critican.
—No busco que me entiendan. Solo quiero que sepan que detrás del artista hay un hombre que se equivoca, que sufre y que también se levanta.

Luego, sorprendió con una confesión que nadie esperaba:

“Estoy trabajando en un nuevo proyecto musical, pero no para los charts. Es para mí. Para cantar lo que siento, no lo que vende.”

El conductor le preguntó si pensaba que el público lo vería diferente después de esta entrevista.
—Ojalá que sí —respondió—. Pero si no, no importa. Lo importante es que yo ya me veo distinto.

Antes de despedirse, el cantante miró directamente a la cámara y dijo con voz firme:

“A todos los que creen que la fama lo es todo, les digo: no hay aplauso que cure una herida del alma. Cuídense, hablen, sanen. No esperen a perderlo todo para empezar de nuevo.”

Sus palabras recorrieron las redes en cuestión de horas.
Millones de personas compartieron fragmentos de la entrevista, elogiando su honestidad y valentía.
Artistas del medio lo felicitaron públicamente, mientras sus fans lo inundaban de mensajes de cariño.

Edwin Luna no habló de predicciones, ni de polémicas, ni de fama.
Habló de verdad, dolor y redención.
Y, por primera vez, el público vio al hombre detrás del micrófono.

Esa noche, el cantante no dio un concierto… pero su voz resonó más fuerte que nunca.

En sus propias palabras:

“Hoy no canto para que me aplaudan. Canto para que me escuchen, incluso los que creían que ya me habían entendido.”