🕶️ Bajo la luz fría del escenario: Syntek rompe el pacto de silencio sobre la diva colombiana

Aleks Syntek cumplió 55 años hace apenas unas semanas, y en lugar de celebrarlo con conciertos o fiestas privadas, lo hizo sentado frente a un micrófono, con las cámaras apuntándole como bisturís dispuestos a abrirlo.

La entrevista comenzó con un tono habitual, repasando su trayectoria, sus influencias y su visión sobre la industria musical.

Pero entonces, como si hubiera estado esperando el momento exacto durante décadas, dejó caer la frase que encendió todas las alarmas: “Hay algo que nunca dije sobre Shakira… y es hora de contarlo”.

El ambiente se tensó.

En ese instante, su voz bajó, y el brillo habitual en sus ojos dio paso a una seriedad que heló la sala.

Contó que su primer encuentro con la cantante fue mucho antes de que ella se convirtiera en un fenómeno global, cuando aún buscaba abrirse paso y él ya era una figura respetada en México.

Entre anécdotas de estudios de grabación y camerinos improvisados, reveló que compartieron más que un simple intercambio profesional.

“Ella me pidió un consejo… pero lo que me confesó en ese momento cambió mi forma de verla para siempre”, dijo, sin apartar la mirada del entrevistador.

Según su relato, Shakira le habló de presiones brutales de la industria, de decisiones artísticas que no fueron del todo suyas, y de un pacto tácito que mantenía ciertas verdades lejos del público.

Syntek afirmó que esa conversación fue el motivo por el que, a lo largo de los años, se negó a participar en ciertos eventos donde ambos podían coincidir.

“No quería ser parte de ese juego”, sentenció.

Lo más impactante llegó cuando insinuó que una de las canciones más icónicas de Shakira, aquella que marcó su salto definitivo al mercado internacional, habría nacido de una historia personal que la artista nunca reconoció públicamente.

No dio nombres ni fechas exactas, pero sí describió con detalle un momento íntimo que coincidía inquietantemente con la narrativa de esa canción.

Las reacciones fueron inmediatas: algunos periodistas intercambiaron miradas incrédulas, otros empezaron a teclear frenéticamente, mientras en las redes sociales, los fragmentos de su declaración ya comenzaban a viralizarse.

Syntek aclaró que no buscaba dañar a Shakira, sino liberarse de un peso que había llevado sobre sus hombros durante más de dos décadas.

“No se trata de exponerla… se trata de ser honesto conmigo mismo”, dijo, aunque sus palabras parecían una detonación cuidadosamente medida.

La tensión en el aire se volvió palpable cuando un reportero le preguntó si lo que acababa de decir podría afectar la imagen pública de la cantante.

Syntek, con una media sonrisa que no alcanzó sus ojos, respondió: “Eso no lo decido yo.

Solo puedo decir que la verdad, tarde o temprano, siempre encuentra su camino”.

Tras esa declaración, el silencio se apoderó de la sala.

Nadie supo si aplaudir, hacer más preguntas o simplemente procesar lo que acababa de suceder.

Él se recostó en la silla, como si hubiera soltado una carga invisible que lo había acompañado desde aquel primer encuentro con Shakira.

Afuera, los rumores ya corrían más rápido que la luz, mezclando admiración, indignación y curiosidad.

Para algunos, lo que dijo era un acto de valentía; para otros, una traición innecesaria.

Lo cierto es que, desde ese instante, la relación entre Syntek y Shakira dejó de ser una nota al pie en la historia de la música latina para convertirse en un capítulo que millones querrán leer, aunque nunca aparezca en un libro oficial.

Y mientras las cámaras se apagaban, quedaba flotando la sensación de que esta no sería la última vez que escucháramos hablar de lo que realmente pasó entre ellos, allá donde las luces no llegaban y las canciones nacían con más verdad que marketing.