En el universo de las telenovelas, donde las lágrimas pueden ser parte de una técnica interpretativa, hay una actriz que logra convencer al público de que cada gota que cae proviene de lo más profundo de su ser. Esa mujer es Victoria Ruffo, proclamada como la “Reina del melodrama”. Pero este título no se construyó únicamente sobre sus papeles emblemáticos, sino también sobre las tragedias, las controversias y la fortaleza personal que han marcado su vida.

Infancia y cicatrices tempranas

Victoria Eugenia Guadalupe Martínez del Río Moreno nació el 31 de mayo de 1962 en Ciudad de México. Desde los 7 años expresó su sueño de convertirse en actriz. Creció en una familia vinculada al arte: era la mayor de tres hermanas, Gabriela y Marcela, quienes también tuvieron contacto con la industria del entretenimiento, aunque ninguna alcanzó el camino que Victoria recorrió.

Su niñez estuvo marcada por un incidente casi fatal. Mientras jugaba a ser “princesa”, una vela provocó un incendio en su casa. En el caos, las hermanas mayores casi olvidan a la pequeña Gabriela en la cuna. Este episodio no solo dejó una huella familiar, sino que le enseñó a Victoria a transformar el dolor en emociones genuinas que luego marcarían su estilo interpretativo.

Los primeros pasos y la llegada al estrellato

Ruffo comenzó su carrera en 1978 con las fotonovelas, muy populares en la época. Poco después, participó en el programa “Variedades de Medianoche” con Manuel “El Loco” Valdés y fue invitada por Raúl Velasco a conducir certámenes de belleza.

Su debut en cine llegó en 1980 con “Perro callejero” y en televisión con “Conflictos de un médico”, aunque fueron papeles pequeños. El verdadero salto llegó con “Quiéreme siempre” (1981) y, sobre todo, con “La Fiera” (1983), la telenovela que la convirtió en estrella y le otorgó su primer premio TVyNovelas. Una escena quedó grabada en la memoria colectiva: la bofetada real que dio a Guillermo Capetillo, tan intensa que se volvió un referente.

Amor, engaños y batalla legal con Eugenio Derbez

En el rodaje de “Simplemente María”, Victoria conoció a Eugenio Derbez. Al mes de noviazgo, quedó embarazada y, para evitar rumores, organizaron una “boda falsa”, con anillo y fiesta incluidos. Cuando ella descubrió que todo era un montaje, confesó sentirse profundamente traicionada.

La relación terminó seis años después y derivó en una larga disputa legal por la custodia de su hijo José Eduardo, un proceso seguido de cerca por la prensa. Aunque ambos continuaron con sus vidas, las fricciones entre Ruffo y Derbez se mantuvieron vivas durante décadas, alimentando titulares y polémicas.

Una carrera marcada por lágrimas auténticas

Durante los años 90 y 2000, Ruffo consolidó su imagen de primera actriz con títulos como “Capricho” (1993), “Pobre Niña Rica” (1995) y “Vivo por Elena” (1998). En “Abrázame muy fuerte” (2001) aceptó rodar una escena íntima, algo casi inédito en su trayectoria, pero recurrió a una doble. Fiel a su carácter, llegó a declarar: “Si un actor se propasa, le doy un puñetazo en la cara.”

Su capacidad de llorar de manera realista se convirtió en sello personal. Ella misma confesó: “Cuando lloro, lloro de verdad, porque hay algo muy fuerte dentro de mí.”

El regreso triunfal con “La Madrastra”

Tras problemas de salud y un tratamiento para lograr un embarazo doble junto a su esposo, el político Omar Fayad, Victoria volvió a la televisión en 2005 con “La Madrastra”. La producción fue un fenómeno y reafirmó que su presencia seguía siendo insustituible.

Sin embargo, la edición 2006 de los premios TVyNovelas otorgó el galardón de Mejor Actriz a Lucero por “Alborada”, desatando una tormenta mediática. El público consideraba que Ruffo era la verdadera merecedora. La polémica no la detuvo. En “Corona de Lágrimas” (2013) conquistó finalmente el premio, aunque decidió no asistir a la ceremonia, dejando claro que su prestigio no dependía de un trofeo.

La corona de las lágrimas y una vida plena

En más de 40 años de carrera, Ruffo protagonizó 16 de 20 telenovelas en las que participó. Fue llamada la “Reina del melodrama” y también la “Reina del refrito”, porque muchas de sus historias eran nuevas versiones de clásicos que, bajo su interpretación, alcanzaban nuevamente el éxito.

Hoy disfruta de una vida familiar junto a Omar Fayad y mantiene un estrecho vínculo con sus seguidores a través de redes sociales, especialmente en TikTok. Allí, su espontaneidad y sencillez han conquistado a una nueva generación de admiradores.

Conclusión

Victoria Ruffo demuestra que el arte más verdadero nace del dolor más íntimo. No es solo una actriz reconocida: es un símbolo cultural que refleja vulnerabilidad y fortaleza al mismo tiempo. Esa autenticidad ha hecho que Victoria no solo sea la reina de las telenovelas, sino una figura inmortal en el corazón del público latinoamericano.