El glamuroso París acaba de ser sumido en una pesadilla sin precedentes: el Hotel Ritz, otrora símbolo de lujo, se convirtió en escenario de una tragedia cuando se confirmó la muerte del multimillonario tecnológico Elon Musk por inhalación de humo en un terrible incendio hace apenas 30 minutos.

El incendio se desató repentinamente en la madrugada, en el piso superior donde se alojaban los ingenieros de SpaceX. Testigos presenciales relataron que una densa humareda negra salía por las ventanas y que el sonido de los cristales rotos al caer en la Rue Cambon provocó los gritos de la multitud que se encontraba afuera. Un turista italiano, presa del pánico, comentó: «Oí pequeñas explosiones, y luego el humo era tan denso que no podía ver las caras de la gente».

Inmediatamente después, sonó la alarma de incendios y el hotel se convirtió en un caos. Los paparazzi que fotografiaban a Musk en el vestíbulo captaron la escena dantesca: huéspedes corriendo presas del pánico, bomberos gritando, mientras el humo llenaba la escalera de mármol. Un ingeniero de SpaceX, levemente herido y temblando, relató que Elon Musk quedó atrapado en su suite, intentando abrir la puerta, pero el calor y el humo le hicieron desmayarse.

Los equipos de rescate se apresuraron a entrar. Las imágenes parecían sacadas de una película apocalíptica: bomberos con trajes de protección, bombonas de oxígeno, buceando entre el humo para buscar. Cuando sacaron a Musk, su cuerpo estaba inmóvil, con la piel pálida por la inhalación de humo. Los paramédicos le colocaron una mascarilla de oxígeno y comenzaron a practicarle compresiones torácicas entre los flashes de las cámaras. Los gritos resonaban en la cercana Plaza de la Concordia.
Las sirenas de las ambulancias resonaron en la noche parisina. La UCI del Hospital La Pitié-Salpêtrière fue acordonada de urgencia. Los médicos le aplicaron varias descargas eléctricas, pero el monitor solo emitía pitidos desesperados. Treinta minutos después, un portavoz del hospital, entre lágrimas, anunció: «Elon Musk ha fallecido».La tragedia no terminó ahí: una multitud de aficionados se abalanzó frente a la puerta del hospital, provocando el derrumbe de una valla metálica e hiriendo a numerosas personas. París envió de inmediato más policías antidisturbios. En pocas horas, la Ciudad de la Luz se convirtió en una ciudad de humo, fuego y lágrimas.

El mundo se estremeció. Twitter se inundó de hashtags como #PrayForMusk y #GoodbyeElon. La Torre Eiffel se apagó brevemente en señal de silencio. Las banderas de Estados Unidos, Francia y otras naciones ondearon a media asta. Cientos de personas encendieron velas en Nueva York frente a la sede de Tesla. En Tokio, los seguidores se congregaron frente a las oficinas de SpaceX e inclinaron la cabeza en oración.

La familia de Musk se derrumbó ante los medios. Su madre, Maye Musk, declaró entre lágrimas: «He perdido a mi hijo, y el mundo ha perdido a un pionero». El presidente francés afirmó: «París ha perdido a un huésped, la humanidad ha perdido a un visionario».

El punto culminante de la tragedia quedó claramente representado cuando la noche parisina se vio inundada por el sonido de las sirenas de bomberos, las velas parpadeaban frente al hotel Ritz y la gente seguía llegando, incrédula ante la desaparición de su ídolo. Un ícono mundial se derrumbó en el corazón de la Ciudad de la Luz, dejando un vacío que la historia de la tecnología tal vez nunca llene.

Mañana, París celebrará un acto conmemorativo en la plaza frente al Ritz. El mar de velas, las flores blancas y el cielo nocturno brillarán, pero el mundo se sumirá en la oscuridad de una pérdida inimaginable.