Me siento como alguien a punto de ahogarse, luchando en medio del mar sin que nadie pueda rescatarme

“Me siento como alguien a punto de ahogarse, luchando en medio del mar sin que nadie pueda rescatarme”. Con estas palabras, reveladas recientemente por su mánager a través de un extracto de su diario personal, Shakira abrió una ventana íntima hacia uno de los capítulos más oscuros de su vida. La cantante colombiana, conocida por su energía arrolladora en el escenario y su sonrisa que siempre parecía esconder cualquier dolor, enfrentó en silencio las tormentas más intensas lejos de los reflectores.

Los días como nuera, dentro de un ambiente familiar rígido y lleno de expectativas, fueron para ella como caminar entre la niebla, con pasos inseguros y sin una ruta clara hacia la tranquilidad. Aquel rol que intentó desempeñar con respeto y esfuerzo se convirtió en una carga pesada que erosionaba poco a poco su estabilidad emocional. La sensación de no pertenecer, de ser constantemente observada y juzgada, marcó profundamente esa etapa.

Sin embargo, lo más devastador llegó con su separación, cuando las críticas de la opinión pública se volcaron contra ella como un huracán implacable. Shakira se sintió, según sus propias palabras, como alguien que se hundía bajo un océano de señalamientos, opiniones crueles y especulaciones interminables. La cantante se convirtió en blanco de titulares sensacionalistas y de comentarios despiadados en redes sociales, a pesar de ser la verdadera víctima de una ruptura que desgarró no solo su vida sentimental, sino también su confianza en las personas.

La presión mediática, lejos de brindarle apoyo, aumentó su dolor. Cada palabra hiriente pronunciada en su contra quedó grabada en su memoria, como recordatorios constantes de una herida que aún no cicatriza. La artista confesó que, en esos días, la tristeza era tan intensa que resultaba casi imposible levantarse por las mañanas y enfrentarse al mundo. El brillo de los escenarios contrastaba con la oscuridad de su vida privada, generando una contradicción emocional difícil de sostener.

Aun así, en medio de la tormenta, Shakira encontró un salvavidas: sus dos hijos. Milan y Sasha se convirtieron en la razón principal para seguir luchando, en la fuerza que la impulsó a no rendirse y a reconstruir su vida paso a paso. La cantante ha señalado en diversas ocasiones que su familia fue el motor que le permitió recuperar la esperanza, recordándole que, aunque el dolor era insoportable, no estaba completamente sola.

El camino hacia la sanación ha sido largo y sigue en proceso. La artista admite que las cicatrices permanecen, que las palabras crueles todavía resuenan en su interior y que el recuerdo de aquellos días oscuros no desaparece con facilidad. Sin embargo, también ha aprendido a transformar el sufrimiento en arte, plasmando en su música parte de esa experiencia que marcó su vida.

Hoy, Shakira continúa brillando en el escenario, pero sus confesiones revelan que detrás de la fama existe una mujer vulnerable, que ha tenido que luchar contra mareas emocionales y sociales para mantenerse a flote. Su historia es la de alguien que, aun cuando sintió que se ahogaba, encontró en el amor de sus hijos y en la resiliencia personal la fuerza necesaria para seguir adelante.