“No se atrevan a poner los ojos en mi dinero, malditos” — después de varios días de presión constante para que ella asumiera las deudas familiares de la casa de su exesposo, Shakira explotó. La suegra no dejaba de enviarle mensajes exigiendo dinero y lanzando amenazas, mientras que Piqué rondaba de manera insistente la residencia privada de la cantante. Todo parecía que podía calmarse, pero la siguiente acción de Piqué hizo que Shakira cayera en un pozo oscuro y profundo, sin salida.


Durante los últimos días, la tensión alrededor de la cantante colombiana se ha vuelto insoportable. Fuentes cercanas aseguran que Shakira ya no puede con la presión que sufre desde que se separó de Gerard Piqué, no solo por la exposición mediática sino también por los problemas financieros que, según la familia del exfutbolista, deberían recaer en ella. En medio de este ambiente cargado, la artista decidió poner un alto con una frase contundente que ahora circula por todo el mundo: una declaración que refleja tanto su cansancio como su determinación de no dejarse manipular.


Los mensajes de la madre de Piqué, que en repetidas ocasiones le habría exigido a Shakira que aportara grandes sumas de dinero para solventar deudas familiares, fueron la gota que derramó el vaso. Amenazas, chantajes emocionales y acusaciones de abandono llegaron a la bandeja de entrada de la artista, quien hasta ahora se había mantenido en silencio. Sin embargo, ante la insistencia, Shakira perdió la paciencia y respondió con dureza. Su círculo íntimo afirma que la cantante está harta de cargar con responsabilidades que no le corresponden y que ha decidido cerrar filas alrededor de su patrimonio.


A esta tensión se sumó la actitud de Gerard Piqué, que habría comenzado a rondar de manera constante la residencia privada de Shakira en Barcelona. Testigos aseguran que sus apariciones eran frecuentes y en horarios inesperados, algo que generaba incomodidad y miedo en la artista y en su equipo de seguridad. Lo que parecía un intento de acercamiento pronto se transformó en un foco de hostigamiento que afectó profundamente la estabilidad emocional de la colombiana.

El conflicto escaló cuando Piqué tomó una decisión inesperada: recurrir a instancias legales para presionar aún más a Shakira. Este movimiento, descrito por allegados como una “traición devastadora”, dejó a la cantante en un estado de vulnerabilidad extrema. Sus amigos más cercanos señalan que Shakira cayó en un pozo oscuro, enfrentando noches de insomnio y episodios de ansiedad, al ver que el acoso no solo era mediático y familiar, sino que ahora también se traducía en acciones legales que podían afectar su carrera y su vida personal.

El caso continúa siendo tema de debate en los medios internacionales y en las redes sociales, donde miles de usuarios se dividen entre quienes defienden el derecho de Shakira a proteger su dinero y quienes la critican por no asumir compromisos que, según la familia de Piqué, deberían ser compartidos. La polémica está lejos de terminar y todo indica que esta historia aún tiene varios capítulos por escribirse.