“Papá no estará conmigo para siempre, pero lo he hecho sufrir”: Shakira rompe en lágrimas al recordar a su padre durante el concierto más emotivo de su carrera

Shakira vivió una de las noches más conmovedoras de su vida. Ante miles de fanáticos, la artista colombiana rompió en llanto al recordar a su padre, William Mebarak, de 92 años, quien atraviesa delicados problemas de salud.

La cantante, con voz quebrada, confesó: “Papá no estará conmigo para siempre, pero lo he hecho sufrir”. Sus palabras resonaron como un eco doloroso que conmovió al público. Muchos no pudieron contener las lágrimas al verla tan vulnerable.

En los últimos meses, Shakira ha enfrentado una etapa difícil. Su separación de Gerard Piqué no solo marcó el fin de una historia mediática, sino que también afectó profundamente su estabilidad emocional. El divorcio impactó incluso la salud de su padre.

Fuentes cercanas aseguran que William Mebarak sufrió un deterioro considerable desde el escándalo de la ruptura. El estrés, las presiones mediáticas y la tristeza de ver a su hija sufrir habrían empeorado su condición física.

Durante el concierto, Shakira no solo habló como artista, sino como hija. Mirando al cielo, pareció buscar la fuerza que tantas veces encontró en el abrazo de su padre, aquel hombre que siempre la alentó a seguir soñando.

“Él es mi mayor inspiración”, dijo con lágrimas en los ojos. “Me enseñó a ser fuerte, a luchar por mis ideales y a no dejarme vencer por la tristeza”. El público respondió con una ovación que duró varios minutos.

En su entorno, muchos comentan que Shakira ha sentido una culpa profunda. Cree que su exposición mediática, los conflictos con Piqué y los ataques constantes de la prensa afectaron la tranquilidad de su familia.

La relación con su exsuegra, Montserrat Bernabeu, también fue un foco de tensión. Vecinos de Barcelona recuerdan episodios incómodos y enfrentamientos velados que Shakira habría soportado por mantener la armonía.

El desgaste emocional fue tan grande que, tras la separación, la cantante decidió mudarse a Miami junto a sus hijos, Milan y Sasha, para empezar una nueva vida lejos del pasado. Sin embargo, su corazón sigue en Colombia.

Allí está su padre, el hombre que la acompañó desde sus primeros pasos artísticos, quien escribía versos para ella cuando era niña y la ayudó a creer en su talento antes de que el mundo la conociera.

Los médicos de Mebarak mantienen reservas sobre su recuperación. Aunque su espíritu sigue firme, su edad avanzada complica los tratamientos. Shakira lo visita siempre que puede, compartiendo con él canciones y recuerdos.

Amigos de la familia revelan que ella pasa horas leyéndole poemas y hablándole de su infancia en Barranquilla. “Es como si intentara devolverle todo lo que él le dio”, dijo una fuente cercana a la cantante.

Esa noche, sobre el escenario, Shakira dejó de ser la estrella global para convertirse en la hija que teme perder a su héroe. Cada palabra que pronunció parecía una súplica silenciosa por más tiempo junto a él.

El público comprendió su dolor. En las primeras filas, algunos fanáticos sostenían carteles con mensajes de apoyo: “Fuerza Shakira”, “Tu padre está orgulloso de ti”. La artista respondió con un gesto de gratitud.

En medio de la ovación, la cantante interpretó una versión acústica de “Acróstico”, tema dedicado a sus hijos, pero que esta vez sonó como una carta abierta a su padre. La emoción llenó cada rincón del estadio.

Las luces se atenuaron y su voz se quebró al final de la canción. “Gracias por enseñarme lo que es el amor verdadero”, dijo mirando al cielo, mientras las pantallas mostraban una imagen de ella junto a su padre.

Shakira, símbolo de resiliencia y talento, atraviesa uno de los capítulos más humanos de su vida. Entre la fama y el dolor, ha aprendido que los triunfos más grandes también pueden venir acompañados de lágrimas.

Hoy, más que una estrella, Shakira es una hija que canta por amor, por culpa y por esperanza. Su confesión no fue una caída, sino una muestra de que incluso las voces más fuertes también necesitan consuelo.

Y mientras el público la ovacionaba de pie, una verdad quedó clara: el brillo de Shakira no proviene solo de los escenarios, sino de ese amor inmenso e incondicional por su padre, el hombre que siempre la acompañará, incluso desde la sombra.