💄Detrás del glamour: Elizabeth Taylor finalmente revela la oscura y peligrosa verdad de Cleopatra ⚔️👁️

Cuando Cleopatra se estrenó en 1963, el público quedó fascinado por su grandeza: decorados suntuosos, vestuario intrincado y la química ardiente entre Elizabeth Taylor y Richard Burton.

Pero detrás de la fantasía tecnicolor se escondía una pesadilla cuya existencia pocos sabían.

Y ahora, en una entrevista descubierta, Elizabeth Taylor finalmente revela la verdad: Cleopatra casi la destruyó, no solo profesionalmente, sino emocional, física y espiritualmente.

Todo empezó con una llamada telefónica.

El papel de Cleopatra ya había sido rechazado por casi todas las actrices de primera línea de la época.

Taylor tampoco tenía intención de tomarlo.

“Dije que sí como broma”, admitió una vez, riendo nerviosamente en la entrevista.

“Pedí un millón de dólares, asumiendo que nunca me lo pagarían.

” Pero lo hicieron.

Y lo que siguió ya no fue una broma: fue un descenso a un mundo de caos y manipulación del que Taylor nunca se recuperaría por completo.

El rodaje, inicialmente planeado para sólo 64 días, se extendió a más de dos años y medio de trabajo agotador y agotador.

Taylor llegó al set y encontró una producción que ya estaba maldita: el director había sido despedido, el clima en Londres era pésimo y su salud se deterioró rápidamente.

Ella casi muere de neumonía al principio del rodaje, requiriendo una traqueotomía de emergencia.

“Recuerdo despertarme en el hospital”, dijo, “y pensar: ‘¿Sigo siendo Cleopatra? ¿O me han enterrado en su tumba?’”

Pero las exigencias físicas eran sólo una parte del tormento.

El costo emocional fue mucho más insidioso.

Taylor describe el set como un “patio de recreo para egos”, donde nadie tenía el control y todos estaban en guerra: productores, directores e incluso vestuaristas.

“Era como si Roma ardiera y todos estuviéramos bailando en las llamas”, dijo, con los ojos ensombrecidos por el recuerdo.

A medida que la producción se trasladó a Roma y los decorados se hicieron más grandiosos, los riesgos aumentaron y las máscaras que la gente usaba comenzaron a agrietarse.

Fue entonces cuando llegó Richard Burton.

Taylor todavía estaba casada con Eddie Fisher en ese momento, pero su conexión con Burton fue instantánea y abrumadora.

“No era sólo encantador”, dice ella.

“Era peligroso”.

Me miró como si ya hubiera desnudado cada capa de mi alma.

Su romance, ahora legendario, fue un escándalo que sacudió al mundo.

Los paparazzi escalaron vallas.

El Vaticano los condenó públicamente.

Pero lo que el público no vio fue el lado más oscuro de su química.

“Hubo momentos”, admitió Taylor, “en los que sentí que Cleopatra no era un papel: yo me estaba convirtiendo en ella.

Obsesionado. Posesivo. Paranoico.

Empecé a ver a las personas como amenazas, enemigos, peones. Tal como ella lo hacía.

Un momento escalofriante que recuerda fue una confrontación con un productor que le sugirió reducir el tamaño de una escena fundamental.

“Lo perdí”, dijo Taylor.

“Grité, arrojé una copa… no estaba actuando.

Yo quería poder.

Necesitaba terminar esta película.

Me lo había quitado todo y quería que significara algo.

El peso psicológico de interpretar a la Reina del Nilo comenzó a distorsionar su propia identidad.

Los trajes, algunos de los cuales pesaban más de 50 libras, se convirtieron en armaduras literales.

Los decorados, réplicas de palacios egipcios, se convirtieron en prisiones.

“Salía del set todavía con el disfraz puesto, me sentaba sola en mi caravana y me miraba al espejo durante horas”, confesó.

“Fue como si Cleopatra me estuviera mirando.

Y ella no estaba sonriendo.

Pero quizás el momento más desgarrador llegó cuando recordó el silencio que hubo después de que las cámaras se detuvieran.

“Cuando terminamos la escena final, debería haberme sentido triunfante.

En cambio, me sentí… vacío. Sin aplausos. Sin abrazos.

Simplemente silencio. Como si nadie quisiera reconocer lo que acabábamos de vivir.

En los meses posteriores a la finalización de la película, la vida de Taylor fue un caos.

Su matrimonio con Fisher fracasó.

Su relación con Burton derivó en obsesión y volatilidad.

“Él fue el amor de mi vida y la ruina de mi vida”, dijo.

“Y todo empezó en ese maldito set.

Financieramente, Cleopatra era un desastre.

Casi llevó al estudio a la quiebra.

Pero para Taylor, el costo fue aún mayor.

“Perdí partes de mí que nunca recuperé.

Esa película no sólo me quitó años: también me quitó mi inocencia.

Ella comparte una anécdota particularmente escalofriante: durante un rodaje nocturno, se alejó del set con el traje completo y descalza, atravesando la campiña romana.

“No sabía a dónde iba”, dijo.

“Simplemente caminé.

Me sentí como si estuviera persiguiendo algo, tal vez el fantasma de Cleopatra.

O tal vez tratando de escapar de ella.

Cuando se le preguntó por qué había esperado tanto tiempo para compartir estas verdades, Taylor sonrió, pero la sonrisa no llegó a sus ojos.

“Porque entonces nadie me hubiera creído.

Querían el cuento de hadas.

Querían joyas, delineador de ojos y escándalo.

No la locura detrás del maquillaje.

“

Hoy, décadas después, Cleopatra es recordada como un espectáculo cinematográfico: icónico, excesivo, inolvidable.

Pero el relato de Elizabeth Taylor transforma ese recuerdo en algo más inquietante.

Una historia de ambición, adicción, identidad y colapso.

Concluye la entrevista con una última frase tranquila: “La llamaban la mujer más bella del mundo.

Se referían a Cleopatra.

Pero creo que se referían a mí.

Y durante mucho tiempo no supe dónde terminaba uno y empezaba el otro.

“

Es una confesión que perdura, suave como la seda, afilada como una daga.

Y para aquellos que creían que Cleopatra era solo una película, Elizabeth Taylor ha revelado que era algo mucho más oscuro.

Fue un ajuste de cuentas.

Un espejo.

Y para ella, una corona de espinas disfrazada de oro.