“No voy a pedir perdón por decir la verdad. No voy a quedarme callado para proteger mi imagen. Y jamás me arrodillaré ante la hipocresía.” — esta es la declaración que dejó a millones en estado de shock.

Después de décadas guardando silencio sobre sus heridas, sus luchas y las tensiones detrás del brillo televisivo, Tony Dandrades, el célebre presentador de Primer Impacto, finalmente decidió hablar.

Y lo que reveló no solo sacudió los cimientos de Univisión, sino también de toda la industria del entretenimiento en español.

Infancia humilde y comienzos desde cero

Nacido en 1968 en Santo Domingo, República Dominicana, Tony creció en un hogar sin lujos, pero con grandes sueños.

Desde pequeño, se inventaba sets de televisión con cartones y espejos, simulando ser un presentador. Su madre, preocupada, lo llevó al psicólogo.

La respuesta fue clara: “Este niño no está loco. Es un artista.”

La vida dio un giro difícil cuando su familia se vio obligada a emigrar a Puerto Rico tras la quiebra del negocio de su padre.

Allí, Tony trabajó vendiendo plátanos, lavando autos, repartiendo periódicos, todo mientras estudiaba en la Universidad Interamericana.

Usaba trajes viejos que su madre recogía de casas ajenas —incluso de políticos— para presentarse frente a las cámaras. Su ambición no conocía límites.

De una mentira a convertirse en ícono televisivo

Su primera oportunidad en televisión llegó mintiendo: dijo que sabía editar videos. No sabía. Pero en pocos meses, ya era uno de los mejores editores del Canal 24.

Cuando la emisora quebró, trabajó vendiendo boletos en American Airlines, atendiendo incluso a personas que él mismo había entrevistado. Le dolía, pero no se rindió.

Con un pasaje gratis y una maleta llena de fe, se lanzó a Miami. Empezó en Radio Fiesta, una estación pequeña, pero con gran alcance en Cuba. Allí creó su estilo irreverente, mezclando humor, música y crítica social.

Su talento llamó la atención del Canal 23, donde convirtió los segmentos del clima en verdaderas fiestas televisivas: bailaba, se sumergía en festivales, y se ganaba el cariño del público con su carisma auténtico.

Primer Impacto y las preguntas que nadie se atrevía a hacer

En 1997 llegó la gran oportunidad: Primer Impacto. Tony comenzó como “el chico del entretenimiento”, pero rápidamente se convirtió en uno de los rostros más queridos —y temidos— de Univisión. Lo llamaban “incómodo”, pero nadie podía ignorarlo.

Maluma se levantó y se fue tras ser confrontado por la letra de “Cuatro Babys”.

El Pachá lanzó un comentario racista en vivo (“Univisión te tiene por cuota”), a lo que Tony respondió con elegancia y contundencia, defendiendo con orgullo a la comunidad afro-latina.

Sulinka, hija del legendario Rabi Pérez, se quebró en plena entrevista días después de la trágica muerte de su padre. Tony la dejó hablar.

Fue criticado por “explotar el dolor ajeno”, pero él respondió: “Mi trabajo es abrir el micrófono, no callar las verdades.”

Racismo, invisibilización y el precio de no encajar

Durante años, Tony fue el único rostro negro en la televisión hispana de EE. UU. Compartió las agresiones que sufrió al casarse con Emy, una mujer blanca: “Lo hiciste para mejorar la raza”, le dijeron. Además, denunció la falta de diversidad real en los medios, donde muy pocos afro-latinos ocupan cargos de liderazgo.

Se enfrentó también a los estigmas dentro de Univisión, donde algunos colegas lo veían como alguien “intocable”, “difícil de impresionar” o incluso “incómodo”. Aun así, nunca dejó de ser fiel a sí mismo.

Un legado incómodo… pero inolvidable

A pesar de los rumores sobre su salida en 2019, Tony nunca se fue. Sigue en pie, haciendo preguntas incómodas y representando a miles de voces invisibilizadas.

Ha recibido dos premios Premio Soberano, cinco nominaciones al Emmy, y ha sido declarado “ciudadano distinguido” por las autoridades de Santiago.

No tiene la belleza típica de la pantalla. No adula a su audiencia. Pero tiene algo más valioso: verdad. Y eso lo convierte en alguien insustituible.