Cristian Nodal se enoja porque abuchean a Ángela y le empiezan a gritar el nombre de Casu.

Imagínate subirte a un escenario lleno de luces brillantes, con miles de ojos clavados en ti y, en lugar de aplausos, recibir un coro de abucheos que te taladran el alma como si fueran balas invisibles.

Eso fue exactamente lo que le pasó a Ángela Aguilar el 15 de septiembre de 2025 en la Plaza de la Liberación de Guadalajara, durante el concierto gratuito por las fiestas patrias.

Y no fue un mal sueño.

Fue el epicentro de un escándalo que ha sacudido al regional mexicano como un terremoto de magnitud ocho en la escala de Richter.

La gente no solo la chifló, sino que empezó a gritar: ¡Casu! Casu! Como si invocaran a una diosa vengadora.

Ángela, con su vestido charro impecable y su voz que suele ser un bálsamo para los oídos, no aguantó más.

Se quebró, dejó caer unas lágrimas que brillaron bajo los reflectores y salió corriendo del escenario, dejando al mariachi tocando solo y al público dividido entre los que seguían gritando y los que se quedaban mudos de la impresión.

Pero vamos por partes, porque esta historia no empezó esa noche en Guadalajara.

Es un culebrón que se ha cocinado a fuego lento durante meses con ingredientes de amor, traición, fama y esa envidia tan mexicana que convierte a las estrellas en piñatas humanas.

Ángela Aguilar, hija del legendario Pepe Aguilar y nieta de Antonio Aguilar, creció bajo los reflectores como una princesa del regional.

Desde chiquita, con sus trenzas y sus faldas amplias, cantaba rancheras que hacían llorar a los abuelos y suspirar a los jóvenes.

Su voz es como un río caudaloso, potente, cristalina, capaz de llevarte de la alegría al llanto en una sola nota.

Pero en 2024, cuando anunció su romance con Cristian Nodal, el mundo se le vino encima.

Nodal, ese chamaco de Sonora con tatuajes por todos lados y una voz que parece salida de un corrido antiguo, acababa de romper con Julieta Venegas, mejor conocida como Casu, la rapera argentina que le dio una hija llamada Inti.

La ruptura fue en mayo de 2024 y apenas dos meses después, Nodal ya andaba de la mano con Ángela.

Para el público, eso no fue un romance inocente, fue un golpe bajo, un robo en toda regla.

Recordemos el timeline, porque en estos chismes las fechas son como pistas en una novela de detectives. Nodal y Casu se conocieron en 2021 en pleno boom del trap latino.

Ella, con su flow callejero y su actitud de “No me toques que me rompo, pero te rompo primero”, conquistó al cantante mexicano.

En septiembre de 2023 nació Inti y todo parecía un cuento de hadas: fotos en redes de la familia feliz, Nodal presumiendo su paternidad, Casu adaptándose a la vida en México.

Pero algo se quebró. En mayo de 2024 anunciaron la separación con un comunicado que decía “de mutuo acuerdo”, pero los rumores volaron como confeti en quinceañera.

Dicen que Nodal era celoso, que Casu quería más independencia, que las giras los separaban.

Lo cierto es que apenas un mes después, en junio, Nodal y Ángela fueron captados en París besándose como si el mundo no existiera.

Y en julio, boom, boda en Morelos, con mariachis, caballos y un vestido de novia que costó más que un rancho entero.

El público mexicano, que adora las telenovelas pero odia cuando se hacen realidad, no lo perdonó.

Para muchas mujeres, sobre todo madres, Casu representaba la lucha: una extranjera que dejó todo por amor, parió una niña y de pronto se vio sola, lidiando con la depresión postparto mientras su ex se casaba con una niña rica y famosa.

“¿Cómo se atreve Ángela a meterse en una familia rota?”, decían en los comentarios de Instagram.

Y Ángela, con su imagen de niña buena, de la que va a misa y respeta las tradiciones, se convirtió en la villana.

No ayudó que en una entrevista con Paris Mach dijera que no hubo corazones rotos y que su amor con Nodal era puro.

Casu, que había guardado silencio como una dama, explotó en un podcast argentino el 31 de octubre de 2024: “Me enteré por los medios, con mi hija en brazos llorando”, confesó, con la voz temblando pero firme.

“Perdí una familia, pero gané una hija que vale más que todo”.

Esa declaración fue como gasolina en el fuego.

Las redes ardieron y el hashtag #CasuReina se volvió trending mundial.

Ahora volvamos a esa fatídica noche en Guadalajara.

El concierto era parte de las celebraciones del grito de independencia, un evento masivo con miles de personas apiñadas en la plaza, ondeando banderas y bebiendo tequila.

Ángela subió al escenario después de un set de mariachi tradicional, luciendo un traje charro negro con bordados plateados que la hacía ver como una heroína de película de la época de oro.

Empezó con La Llorona, esa canción que te pone la piel chinita.

Y al principio todo iba bien: aplausos, coros.

Pero cuando pasó a una colaboración con su esposo Nodal, el murmullo empezó.

Primero un grito aislado: “Casu”, luego otro, y de pronto un coro sincronizado como en estadio de fútbol: “Casu, Casu, Casu”.

Ángela intentó ignorarlo, sonrió forzada, pero su voz se entrecortó.
Los abucheos subieron de volumen, silbidos que cortaban el aire como cuchillos.

Ella miró al público buscando apoyo, pero solo vio celulares grabando el momento.

Las lágrimas llegaron inevitables.

Rodaron por sus mejillas, empañando el maquillaje perfecto.

Dio media vuelta, se cubrió la cara con las manos y bajó del escenario a tropezones mientras el presentador improvisaba: “Aún vamos a hacer una pausa técnica”.

Detrás de cámaras, el caos fue peor.

Según testigos que filtraron videos a TikTok, Ángela se derrumbó en brazos de su equipo.

“¿Por qué me odian tanto?”, sollozaba mientras su mamá Anelis la consolaba con pañuelos y palabras de aliento.

Pepe Aguilar, que estaba en el público VIP, se enfureció, llamó a los organizadores y exigió explicaciones: “Esto es una falta de respeto a mi familia”, gritó por teléfono, según un audio que se viralizó después.

Nodal, que no estaba presente porque tenía un concierto en Monterrey esa misma noche, subió una story a Instagram: “El odio no construye nada.

Apoyen a los artistas, no los destruyan”.

Pero eso solo avivó las llamas.

Los fans de Casu respondieron con memes de Nodal como un payaso y el debate se extendió a foros como Reddit, donde hilos enteros analizaban si Ángela merecía el abucheo o si era machismo puro.

Y no fue un incidente aislado.

Solo unas semanas antes, el 26 de septiembre de 2025, en el concierto gratuito de Nodal en la Universidad Autónoma de Nuevo León, pasó algo similar.

Nodal estaba cantando Dios Amor cuando invitó a Ángela al escenario para un dueto.
El público, en su mayoría estudiantes jóvenes, empezó con los gritos: “Casu, Inti”.

Nodal paró la música, tomó el micrófono y dijo: “Respeto, por favor.

Estamos aquí para disfrutar la música, no para juzgar vidas ajenas.”

Pero el daño estaba hecho. Ángela subió, cantó con la voz temblorosa y bajó rápido.

Al día siguiente subió una selfie a redes con la leyenda Demencia, acompañada de un audio donde cantaba una ranchera sobre resiliencia.

Los haters lo interpretaron como una indirecta a Casu y el ciclo de odio continuó.