Elon Musk reacciona a la caída del 71% de las ganancias de Tesla con un impactante mensaje de 12 palabras a Estados Unidos.

Tras una de las crisis financieras más impactantes en la historia reciente de Tesla, el director ejecutivo Elon Musk rompió su silencio, y sus palabras conmocionaron al mundo financiero y político.

Tras una brutal caída interanual del 71 % en los ingresos netos y una disminución del 9 % en los ingresos totales en el primer trimestre de 2025, Musk acudió a la conferencia telefónica de resultados de Tesla para ofrecer una declaración desafiante y contundente.

“Si el barco de Estados Unidos se hunde, Tesla se hundirá con él”, dijo, invocando un nivel de urgencia nacional que no suele verse en las presentaciones de ganancias corporativas.

Las declaraciones se produjeron después de que Tesla anunciara sus resultados del primer trimestre, que incumplieron ampliamente las expectativas de los analistas.

Los ingresos de Tesla disminuyeron un 9% en general y, lo que es más alarmante, los ingresos del sector automotriz se desplomaron un 20%.

Los ingresos netos se desplomaron de más de 1.400 millones de dólares en el primer trimestre de 2024 a tan solo 409 millones de dólares.

Estas cifras, ya de por sí alarmantes, llegan en medio de crecientes preocupaciones por los crecientes enredos políticos de Musk y el tiempo que pasa dirigiendo el controvertido Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), un papel que, según los críticos, lo ha distraído de sus principales responsabilidades de liderazgo en Tesla.

El regreso de Musk a Tesla era inminente. Los accionistas han visto el precio de las acciones de Tesla reducirse a la mitad en los últimos meses, y los clientes han comenzado a distanciarse de la otrora venerada marca.

Han estallado protestas frente a las salas de exhibición de Tesla en todo Estados Unidos, muchas de ellas impulsadas por la reacción negativa al papel central de Musk en los recortes a los programas gubernamentales a través de DOGE.

Aunque Musk presenta este trabajo como patriótico y necesario para combatir el “desperdicio y el fraude”, muchos estadounidenses lo ven como un ataque al tejido social, con consecuencias reales para los más vulnerables.

En la presentación de resultados, Musk reconoció el daño, pero se negó a disculparse. En cambio, insistió en su visión global: que su misión política era inseparable de la supervivencia de Tesla.

“Creo que lo correcto es combatir el despilfarro y el fraude e intentar que el país vuelva al buen camino”, declaró Musk.

En su opinión, el destino de Tesla y el de Estados Unidos están entrelazados, y salvar a uno significa salvar a ambos.Pero los inversores no estaban del todo convencidos.

Si bien las acciones de Tesla subieron ligeramente en las operaciones fuera de horario —probablemente impulsadas por el anuncio de Musk de que reducirá su participación en DOGE y dedicará más tiempo a Tesla—, siguen estando más del 50 % por debajo de sus niveles de principios de enero.

Los analistas dicen que el repunte tiene menos que ver con la confianza y más con la esperanza: la esperanza de que Musk finalmente pueda regresar al liderazgo a tiempo completo, la esperanza de que Tesla pueda recuperar su dominio en el mercado de vehículos eléctricos y la esperanza de que la compañía pueda restablecer su narrativa antes de que el daño a largo plazo se vuelva irreversible.

Las consecuencias financieras de este trimestre reflejan algo más que simples cifras negativas. Encapsulan una crisis de identidad más amplia para Tesla.

Antaño aclamada como la vanguardia de la revolución de las energías limpias, la compañía ahora se encuentra en la intersección de la política, las protestas y la caída de las ganancias.

La asociación de Tesla con Musk, que en su día fue su mayor activo, ha comenzado a ser contraproducente.

Durante años, el estilo descarado y los mensajes visionarios del director ejecutivo atrajeron a millones. Pero ahora, esas mismas cualidades están polarizando a los clientes y alejando a mercados clave.

En China, donde Tesla anteriormente gozaba de una importante presencia, la demanda ha disminuido. Justo este mes, Tesla suspendió los pedidos de sus Model S y Model X en China continental.

Mientras tanto, competidores nacionales como BYD están ganando cuota de mercado rápidamente, impulsados ​​por la tecnología avanzada de baterías y el apoyo estatal.

En Europa, la alineación vocal de Musk con figuras de extrema derecha ha enfriado la percepción de la marca, incluso entre los defensores de los vehículos eléctricos de larga data.

A nivel nacional, Tesla enfrenta una crisis de relaciones públicas similar. Las redes sociales están inundadas de videos de propietarios de Tesla que ocultan el logotipo de la compañía para evitar ser asociados con Musk.

Se dice que otros han vendido sus vehículos en protesta por sus posturas políticas. La imagen de Tesla como un innovador neutral y con visión de futuro se está deteriorando rápidamente.Sin embargo, Musk insiste en que está guiando a la compañía hacia la resiliencia a largo plazo.

Durante la presentación de resultados, reafirmó los planes de Tesla de lanzar una línea de vehículos más asequible para finales de junio, en un esfuerzo por ampliar su base de clientes y revitalizar las ventas, que se encuentran en un momento de desaceleración.

Además, anunció que, de ahora en adelante, solo dedicará “uno o dos días por semana” a las actividades de DOGE, lo que indica un enfoque renovado en las operaciones diarias de Tesla. Aun así, persisten las preguntas.

¿Pueden unas pocas horas a la semana reparar meses de daño a la reputación y a las operaciones? ¿Puede un Model Y más económico u otro lanzamiento incremental de productos reavivar el entusiasmo del consumidor ante la creciente competencia de vehículos eléctricos y una base de clientes cada vez más dividida?

Mientras Musk sigue promocionando a Tesla como un vehículo patriótico, tanto literal como metafóricamente, el mercado exige más que retórica altruista. Los analistas quieren ver fundamentos: ventas, innovación, estabilidad y crecimiento.

Los críticos exigen responsabilidades por el caos vinculado a la participación política de Musk. Y los consumidores quieren garantías de que Tesla sigue siendo una empresa con visión de futuro, no una víctima de la cruzada personal de su director ejecutivo.

La situación se complica aún más debido a las investigaciones en curso sobre las tecnologías de asistencia al conductor de Tesla.

La Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA) sigue investigando la seguridad del piloto automático de Tesla y de los llamados sistemas de conducción autónoma completa, que, según los críticos, tienen nombres engañosos y son potencialmente peligrosos.

Estos sistemas, que aún requieren intervención humana, se han relacionado con varios accidentes de gran repercusión mediática.

El lanzamiento de un servicio de robotaxi, programado para comenzar en Austin en junio, se encuentra bajo intenso escrutinio, y muchos se preguntan si la tecnología está lista y si la empresa puede asumir el riesgo legal y reputacional.

Con el segundo trimestre a la vuelta de la esquina, Tesla se encuentra en una lucha urgente por recuperarse.

Y aunque la dramática retórica de Musk podría ganar tiempo, no logra cambiar la realidad financiera: una caída del 71% en las ganancias, una caída del 9% en los ingresos y unas acciones que han perdido más del 50% de su valor en tan solo unos meses.

Por ahora, la audaz declaración de Musk —”Si el barco de Estados Unidos se hunde, Tesla se hundirá con él”— puede resonar entre sus partidarios.

Pero para analistas, inversores y consumidores, esa declaración plantea una preocupación mucho más acuciante: si Tesla está realmente vinculada a la agenda política de Musk, ¿cuánto aguantará antes de hundirse por completo?

En un mercado que prospera gracias a la confianza y la innovación, Tesla se acerca rápidamente a una coyuntura crítica.

Queda por ver si el regreso parcial de Musk llega demasiado tarde o si es exactamente lo que se necesita.

Sin embargo, algo está claro: la tormenta ha estallado, y la supervivencia de Tesla depende de algo más que palabras.