La semana pasada, la Fundación Gates anunció que gastará más de 200 mil millones de dólares en los próximos 20 años, incluida casi toda la riqueza personal de su presidente Bill Gates, y planea finalizar sus operaciones en 2045. Este compromiso sin precedentes refleja una visión ambiciosa: garantizar que ninguna madre, recién nacido o niño muera por una causa prevenible.

Mucho más allá de un gesto filantrópico tradicional, este plan pretende transformar fundamentalmente los resultados de salud globales a gran escala.Voces clave de diversas partes del mundo destacan una herramienta a menudo ignorada, pero poderosa, que podría ser crucial para lograr esta visión: transferencias directas e incondicionales de efectivo a las madres.

Mona Hanna, pediatra y decana asociada de salud pública de la Facultad de Medicina Humana de la Universidad Estatal de Michigan en Flint, Michigan, lidera el primer programa comunitario en Estados Unidos que “receta” efectivo a las futuras madres y a sus recién nacidos.

Miriam Laker-Oketta, médica ugandesa y asesora principal de investigación de GiveDirectly, está profundamente involucrada en la investigación de cómo las grandes transferencias de efectivo a las madres más pobres del mundo mejoran los resultados de salud en África.

En conjunto, estas perspectivas muestran que simplemente darles dinero a las madres (no asesoramiento ni capacitación, sino dinero sin condiciones) puede ser un enfoque innovador para abordar la mortalidad materna e infantil a nivel mundial.

La causa fundamental de tantas muertes evitables es la pobreza. Los consejos y las intervenciones médicas tienen un alcance limitado si las familias carecen de recursos básicos. ¿De qué sirve un suplemento de hierro si una madre no puede permitirse el lujo de comerlo?

¿Para qué financiar clínicas prenatales si las mujeres no tienen dinero para el transporte? ¿Cómo puede ayudar el asesoramiento sobre lactancia materna si las madres deben volver a trabajar de parto a los pocos días de dar a luz? En lugares tan diversos como Flint, Michigan, y partes de África Oriental, la pobreza es una crisis sanitaria, y el dinero es la medicina que falta.

En Michigan, el programa Rx Kids de la Dra. Hanna ofrece $1,500 durante la mitad del embarazo y $500 mensuales durante seis a doce meses después del parto a todas las futuras madres, independientemente de sus ingresos. Financiado por una combinación de fuentes públicas y privadas, el programa ha mostrado resultados iniciales alentadores. Las familias reportan menos comidas omitidas, una vivienda más estable y una reducción de los síntomas de depresión posparto.

Las visitas de atención prenatal han aumentado, los nacimientos más saludables se han vuelto más comunes y menos bebés requieren cuidados neonatales intensivos o intervenciones de bienestar infantil.

La evidencia de África Oriental, respaldada por la investigación de GiveDirectly, es aún más impactante. En Kenia, una sola transferencia de efectivo de $1,000 a hogares pobres redujo a la mitad la mortalidad infantil menor de cinco años. En Ruanda, un programa similar redujo la mortalidad infantil en un 70% y casi duplicó las tasas de vacunación, resultados que superaron las intervenciones tradicionales de nutrición y saneamiento en las mismas zonas.

Estas transferencias de efectivo permiten a las madres costear consultas médicas, alimentos nutritivos, partos seguros o simplemente descansar durante la última etapa del embarazo, en lugar de arriesgar su salud con un trabajo extenuante. El resultado: más niños sobreviven a sus primeros años más vulnerables.

Décadas de investigación científica refuerzan el impacto positivo de las transferencias directas de efectivo en la salud. Mejores pesos al nacer, mejor nutrición, mayor cobertura de vacunación y menor estrés materno son solo algunos de los beneficios mensurables. En comparación con otros programas de ayuda a gran escala centrados en asesoramiento o capacitación, las transferencias directas de efectivo han demostrado ser más rentables y escalables.

En lugar de sustituir a las clínicas, las vacunas o la educación sanitaria, las transferencias de efectivo multiplican su eficacia al abordar de frente la privación económica.

Los avances tecnológicos permiten ahora entregar dinero en efectivo a distancia en momentos críticos a futuras madres en cualquier lugar, desde aldeas aisladas de Mozambique hasta pueblos rurales de la Península Superior de Michigan. Esta innovación garantiza que la ayuda llegue a quienes más la necesitan de manera oportuna y eficiente.

A pesar de estos resultados positivos, algunos se muestran escépticos. A los críticos les preocupa que los beneficiarios malgasten el dinero, pero los datos contradicen sistemáticamente estas preocupaciones. Las familias utilizan los fondos responsablemente en necesidades básicas como alimentación, alojamiento, artículos para bebés y atención médica. En Michigan, las compras típicas incluyen pañales, cunas, alquiler y servicios públicos. En África Oriental, las madres invierten en alimentos, matrículas escolares y tierras de cultivo.

Estos gastos no son indulgencias; son recursos esenciales para la supervivencia y el bienestar.

Otros cuestionan la sostenibilidad de los programas de transferencias monetarias. Sin embargo, la evidencia muestra beneficios duraderos: la mejora de la salud y la reducción de la pobreza persisten incluso una década después de recibir el apoyo. Las transferencias monetarias también estimulan las economías locales y se alinean con objetivos globales como la prevención de enfermedades y la mejora de la cobertura de vacunación.

Entonces, ¿por qué el dinero directo no se ha convertido en un elemento fundamental de las políticas de salud maternoinfantil? Una barrera es que muchas agencias de ayuda diseñan programas complejos, de arriba hacia abajo, impulsados ​​por sus propias prioridades en lugar de las de las familias a las que sirven. Para salvar a bebés con dignidad, es crucial confiar en la capacidad de las madres para administrar el dinero.

La resistencia política también influye. Las transferencias de efectivo a veces se desestiman como simples ayudas. Sin embargo, el apoyo económico para las nuevas madres cuenta cada vez con más apoyo bipartidista, incluso entre los republicanos provida, que lo consideran una estrategia eficaz para apoyar a las madres, reducir la mortalidad infantil y revitalizar las economías locales.

Es importante enfatizar que el dinero por sí solo no solucionará los sistemas de salud deficientes. Sin embargo, si no se abordan las dificultades económicas que originan los malos resultados, otras inversiones son menos efectivas. Proporcionar dinero a las madres no implica reducir los costos, sino que actúa como catalizador, aumentando la probabilidad de que todas las demás intervenciones sanitarias tengan éxito.

Si tan solo una parte de la histórica promesa de $200 mil millones de Bill Gates se destinara a transferencias directas de efectivo para madres, el futuro de la salud maternoinfantil podría transformarse radicalmente en todo el mundo. Este enfoque empodera a las familias, mejora el impacto de la atención médica y salva vidas al abordar las causas fundamentales de la mortalidad.

Ofrece un nuevo modelo de filantropía: uno que respeta la dignidad de las madres, enfrenta la pobreza directamente y aprovecha la tecnología para llegar a los más vulnerables en momentos críticos.

En conclusión, el compromiso de Bill Gates de donar el 99% de su patrimonio representa una visión audaz para eliminar las muertes prevenibles de madres e hijos. La evidencia de Flint, Michigan, y África Oriental demuestra que las transferencias monetarias incondicionales son un medio práctico, escalable y rentable para lograr este fin.

Adoptar esta estrategia a nivel mundial podría reescribir el futuro de la salud materna e infantil, garantizando generaciones más saludables y comunidades más fuertes en los años venideros.