En un inusual y explosivo arrebato público, Elon Musk atacó a The Wall Street Journal, calificándola de “peor que TMZ” tras la publicación de un extenso informe de investigación que alega que el multimillonario intenta en secreto tener una “legión” de hijos.

El informe, que profundiza en la vida privada de Musk, su creciente número de hijos y sus supuestos intentos de controlar a sus madres mediante la riqueza y el silencio legal, ha tocado una fibra sensible que Musk no pudo ignorar.

Apenas horas después de la publicación del artículo, Musk publicó en su plataforma, X, una respuesta breve pero contundente: “TMZ >> WSJ”.

Tres palabras, pronunciadas con desdén. La implicación era clara: Musk considera que el Journal considerado durante mucho tiempo un bastión del periodismo financiero serio está por debajo de los tabloides de chismes.

Esta no es la primera vez que Musk muestra desprecio por el Journal. A principios de este año, en enero, lo calificó de “basura” tras publicar un artículo aparte que denunciaba la preocupación de los directores de Tesla y SpaceX por el supuesto consumo de drogas de Musk.

Pero esta vez, el golpe llega más cerca. El titular del nuevo artículo parece sacado de una distopía: “Las tácticas que Elon Musk usa para gestionar su ‘legión’ de bebés y sus madres”.

Acompañado de una foto estilo retrato de Ashley St. Clair, una influencer conservadora de 26 años que recientemente hizo públicas sus acusaciones de que Musk le pagó para que guardara silencio tras dar a luz a su hijo, el artículo no se anda con rodeos.

Acusa a Musk de tener en secreto más hijos de los que reconoce públicamente, manipular a las mujeres con dinero, controlar sus narrativas mediante acuerdos de confidencialidad y perseguir un plan extraño y arriesgado para poblar el futuro con su propia sangre.

Según el artículo, las motivaciones de Musk están ligadas a su arraigada creencia de que la disminución de la natalidad provocará un colapso demográfico, algo que describe como una amenaza mayor que el calentamiento global.

El Journal alega que la solución de Musk a esta “crisis” es profundamente personal: tener tantos hijos como sea posible, preferiblemente con mujeres inteligentes o de alto estatus y criarlos o al menos financiarlos discretamente, mientras dirige las empresas más influyentes del mundo y asesora a líderes políticos como Donald Trump.

Según el Journal, Musk está lidiando con un drama de harén privado, ya que varias mujeres muchas de ellas con hijos engendrados por él viven según las reglas del multimillonario.

Una de ellas es St. Clair, quien rompió su silencio y reveló que Musk le ofreció 15 millones de dólares y 100.000 dólares al mes para mantener en secreto a su hijo, Romulus, hasta que cumpliera 21 años.

Ella se negó. Y ahora, es la cara del artículo que Musk claramente desearía que nunca hubiera existido.

En respuesta al artículo, Musk no emitió una negación formal. No corrigió ningún hecho. No cuestionó la narrativa punto por punto. En cambio, se burló de la credibilidad del periódico, comparándolo directamente con TMZ, una publicación a menudo considerada tabloide.

Para alguien como Musk, que ejerce influencia no solo en el mundo tecnológico y empresarial, sino también en la política global, la defensa e incluso el espacio, la comparación es más que un insulto. Es un intento de invalidar públicamente las revelaciones del Journal, reduciéndolas a meros chismes.

Pero esto no son chismes. El artículo expone afirmaciones serias: que Musk ha engendrado más de los 14 hijos que se reconocen actualmente, que utiliza dinero, presión legal y un silencio estratégico para gestionar las relaciones con las madres, e incluso que ha fomentado el uso de gestantes subrogadas para acelerar la reproducción.

El informe cita un mensaje de texto que Musk supuestamente envió a St. Clair: “Para alcanzar el nivel de legión antes del apocalipsis, necesitaremos usar sustitutos”.

Esta simple línea revela el alcance del pensamiento de Musk. Su objetivo no es una gran familia, sino una dinastía, un imperio con destino a Marte, un reinicio de la civilización sembrado con su ADN. Se ve a sí mismo no solo como un padre, sino como el fundador de la humanidad futura.

El artículo sugiere que Musk trata su vida reproductiva con la misma intensidad que dedica al diseño de cohetes o a la regulación de la IA: un proyecto que debe optimizarse, escalarse y controlarse.

Y el control es clave. El Journal afirma que muchos de los acuerdos de Musk con las madres están envueltos en acuerdos legales, a veces aplicados por su mano derecha, Jared Birchall.

Supuestamente, se les advierte a las mujeres que si denuncian o buscan asesoramiento externo, habrá represalias económicas. La confidencialidad, en el mundo de Musk, no es opcional; es el precio de la participación.

Pero ese sistema está empezando a resquebrajarse. St. Clair no es la única que se resiste. Grimes, quien tiene tres hijos con Musk, lo criticó públicamente recientemente por involucrar a su hijo pequeño en eventos políticos y no reaccionar durante una crisis médica. La hija distanciada de Musk, Vivian, ya no le habla y ha cambiado su identidad legal.

Y ahora, el Wall Street Journal, una publicación que Musk alguna vez consideró digna de los anuncios más importantes de su compañía, ha dejado al descubierto la estructura de su imperio privado.

Las consecuencias ya han comenzado. La reputación de Musk como visionario futurista se está poniendo a prueba no por historias de innovación, sino de niños ocultos, secretismo y distanciamiento emocional.

La narrativa de la “legión de bebés” convierte el orgulloso pronatalismo de Musk en algo más frío y calculador. No se trata de valores familiares.

Se trata de números. De estrategia. Y, como argumentan algunos críticos, de una peligrosa obsesión por el legado que roza lo mesiánico.

Aun así, Musk no da señales de retirarse. Para él, lo único más peligroso que una caída del precio de las acciones o un lanzamiento retrasado es un mundo sin suficientes bebés. Y si otros no dan un paso al frente, él lo hará. Una y otra vez.

Su desprecio por el WSJ puede ser personal, pero también táctico. Al calificar a la publicación de “peor que TMZ”, Musk intenta reducir el periodismo de investigación legítimo a rumores y ruido.

Pero los detalles de la historia ya son públicos. La imagen de Musk como un hombre en una carrera contra la extinción con hijos secretos y madres sujetas a un acuerdo de confidencialidad no puede ser desmentida por un meme o una publicación sarcástica.

Este momento importa. Porque a pesar de todas las proclamas de Musk sobre salvar la civilización, la misma civilización que busca salvar ahora cuestiona el costo, no solo en dólares, sino en verdad, transparencia y dignidad humana.

El mundo está observando. Y por mucho que Elon Musk grite “¡basura!”, la historia de la legión infantil ya nació.